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248 ANGEL RODENAS Finalizado nuestro recorrido por la historia de Jericó, especial­ mente desde la época macabea hasta el final de la guerra entre judíos y romanos, podemos concluir que, por una serie de circuns­ tancias históricas, la ciudad de Jericó debió ser en la época del Nuevo Testamento un foco de nacionalismo contenido y de ansias reprimidas de liberación, amasadas con el odio al ocupante extran­ jero, que podrían desatarse con mayor fuerza cuando apareciera un personaje adornado de prestigio ante el pueblo, que poseyera las cualidades propias del Mesías político y guerrero que llevaban esperando tanto tiempo. En este ambiente no tiene nada de particular que la figura de Jesús despertase el entusiasmo del pueblo, el cual descubría en la enseñanza del Maestro, hecha con una autoridad indiscutible y li­ bre de los prejuicios legales de los fariseos, así como en sus cu­ raciones y demás milagros, las señales de la venida del Mesías que tenía que salvar a Israel de sus enemigos. A la luz por tanto del análisis del texto evangélico, ilustrado con los datos históricos que acabamos de recoger sobre la historia de Jericó y su ambiente po­ lítico en la época de Jesús, creemos que el Maestro galileo fue reci­ bido triunfalmente en la ciudad de las palmeras, y que dicha en­ trada vino a ser una especie de ensayo general de la que habría de darse pocos días después en Jerusalén. Jericó reunía las condi­ ciones requeridas para ser una ciudad a propósito para las demos­ traciones de carácter nacionalista, por haber vivido un pasado di­ fícil de opresión e injusticia,4. Además un recibimiento triunfal previo en Jericó explicaría mejor todavía el carácter similar de la entrada en la Ciudad Santa. Los habitantes y peregrinos de Jeru­ salén estarían ya predispuestos a unirse al entusiasmo de los acom­ pañantes de Jesús. C o n f i r m a c i ó n de n u e s t r a h ip ó te s is Una ojeada a otros pasajes del evangelio ayudan a robustecer la hipótesis, que hemos intentado probar sirviéndonos ante todo del texto marcano. 1) L a m u l t i p l i c a c i ó n d e los p a n e s (Me. 6. 30-44; Mt. 14. 13-21; Le. 9. 10-17; Jn. 6. 1-13). 94. Por todas estas razones no nos parece acertad a la opinión de R . SCHNACKEN- burg , El Evangelio de S. Marcos, B arcelo n a 1973, t. 2, 126: «Tam poco tiene especial interés la localización del suceso en Je ric ó , la 'ciudad de las p a lm eras’... con la que en los evangelios sólo se conecta la tradición p articu lar lucana del je fe de las ad uanas, Zaqueo (Le. 19. 1-10)...». Por el con trario, la localización en Je ric ó exp lica m ejo r el entusiasm o de la acogida dispen sada a Je sú s en ruta hacia Jeru salén .

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