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LA ENTRADA DE JESUS EN JERICO (MC. 10. 46) 247 truir el modo de pensar acerca de la situación política de muchos de los seguidores de Jesús. De más importancia son todavía las noticias que Josefo nos ha conservado sobre las rebeliones de carácter nacionalista, que tu­ vieron lugar por aquella época en Idumea, Galilea y Perca. A pro­ pósito de esta última región nos habla de Simón, un esclavo del rey que se ciñó la diadema y con una partida de guerrilleros in­ cendió el palacio real de Jericó y otras residencias suntuosas, hasta que fue derrotado y muerto por Grato 8*. Con todo esto el ambiente antirromano nacionalista t e iría acrecentando progresivamente. Después de la muerte de Jesús, ya en plena lucha contra el usur­ pador romano, Jericó es una de las ciudades que se verá envuelta en los sangrientos combates que asolarán el país. Así los insurrec­ tos se apoderan de la fortaleza de Kypros, encima de Jericó, ase­ sinan a la guardia y abaten los baluartes 87. Conocemos también el nombre de los generales elegidos para dirigir la campaña contra los romanos, entre los que se encuentra un tal José, hijo de Simón, enviado como general a Jericó 88, lo que confirma el valor estraté­ gico de la plaza, la cual era ya administrativamente importante, en cuanto cabeza de una de las xÁYjpou'/ÚH o -:oxap-/íat en que se dividía la Judea 89. En plena guerra contra los romanos se convierte Jericó final­ mente en esperanza de refugio para los huidos de Gadara y de otros puntos, «siendo Jericó la única ciudad que alimentaba sus esperan­ zas de salvación, ya que era fuerte por el número de sus habitan­ tes» 90. Pero antes de atravesar el Jordán fueron detenidos los fu­ gitivos por los romanos y murieron en la refriega gran número de judíos. Poco después Jericó fue sometida por Vespasiano, y los pocos habitantes que habían quedado en la ciudad — la mayor par­ te había huido hacia las montañas y Jerusalén— murieron a manos de los romanos91. A partir de este momento Jericó sirvió de cam­ pamento a las tropas romanas que asediaban Jerusalén 92, y fue uno de los puntos por donde Tito mandó avanzar a las legiones que se lanzaban al asalto de la Ciudad Santa93. 86 . Guerra, II, 4, 57-59. Sim ón es conocido tam bién por el h isto riad or rom ano T ácito, Hist. V , 9: «Post m ortem H erodis, nihil expectato C aesare, Sim o quidam regium nomen in vaserat. Is a Q uintilio V aro obtinente Syriam punitus, et gentem coercitam liberi H erodis trip artito rexere». 87. Guerra, II, 18, 484. 88 . Guerra, I I, 20, 567. 89. Guerra, I I I , 55. 90. Guerra, IV , 7, 431-432. 91. Guerra, IV , 450-452. 92. Guerra, IV , 9, 486. 93. Guerra, V , 1, 42; 2, 69.

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