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242 ANGEL RODENAS car un recibimiento triunfa! de Jesús que revistiera carácter de mesianismo político. Jericó en la época del Nuevo Testamento Los datos que sobre esta ciudad de Palestina nos han conser­ vado los historiadores contemporáneos pueden ayudarnos a com­ prender cómo Jericó debía ser, en tiempos de Jesús, una ciudad propicia a las revueltas de tipo nacionalista, en la que debían re­ sidir sin duda numerosos miembros de la resistencia antirromana, tanto activa como pasiva, que acogían con entusiasmo la aparición de un personaje que pudiera acaudillar la insurrección contra el opresor extranjero. La historia de la antigua Jericó es conocida en sus líneas gene­ rales por la Biblia. Antigua ciudad cananea, conquistada por Josué (Jos. 6; 12. 9) es conocida con el nombre de «Ciudad de las Pal­ meras» (Deut. 34. 3; Juec. 3. 13; 2 Cro. 28. 11). En la distribución del territorio correspondió a la tribu de Benjamín, a cuyo primer cantón pertenecía (Jos. 18. 21), formando frontera con Efraín (Jos. 16. 1. 7; 18. 12). Después de la escisión del Reino fue probable­ mente conquistada por Basa de Israel y reedificada posteriormente en el reinado de Acab por Jiel de Betel (1 Rey. 16. 34). La visitaron los profetas Elias y Eliseo, que ejercían en ella la vigilancia sobre un importante centro profètico (2 Rey. 1-11). Después del destierro de Babilonia fue habitada de nuevo en tiempo de Nehemías (3. 2), pero se la cuenta en Judit 4. 4 entre las ciudades de Samaría. En la época Macabea fue fortificada por Báquides (1 Mac. 9. 50). Por datos extrabíblicos64 sabemos que la ciudad fue embelle­ cida extraordinariamente por Herodes el Grande, el cual imprimió en ella un estilo típicamente helénico, construyendo palacios, casi­ tas de campo, acueductos, termas, hipódromo y anfiteatro. Esta es la Jericó del Nuevo Testamento, visitada por Jesús, y en la que si­ túan los evangelios la curación del ciego (Me. 10. 46-52; Mt. 20. 29-34; Le. 18. 35-43) y la conversión de Zaqueo (Le. 19. 1-10). Pero si centramos un poco más nuestra atención en la Jericó 64. E sto s datos nos los va a o frecer el h isto riad or ju d ío Flavio Jo se fo , a través de sus dos im portan tes o b ras, Antigüedades judías y la Guerra judía. V am os a u ti­ lizar la m oderna edición inglesa de H. St. J . T h ack eray, proseguida por o tros y p u blicada en London (W illiam H einem ann Ltd.). Puede verse asim ism o la edición en lengua italiana de G. R icctorri, Flavio Giuseppe, lo storico giudeo-romano, 3 vols., 2.* ed., Rom a 1949. En el p rim er volum en el investigador italiano hace la presen­ tación y valoración de cada una de las o b ras del h isto riad or ju dío.

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