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LA ENTRADA DE JESUS EN JERICO (MC. 10. 46) 241 preguntar quién era la persona a la que se dirigían en concreto las aclamaciones, que él había percibido bien por tratarse de una turba numerosa 58. Los que estaban más cerca aclararían al ciego que se trataba de Jesús de Nazaret, y a continuación Bartimeo se dirigi­ ría a Jesús en la forma que sabemos. No parece que represente mayor dificultad para esta explica­ ción el detalle de que la gente reprendía al ciego para que callara (Me. 10. 48; Mt. 20. 31; Le. 18. 39), como si fueran contrarios a la aclamación mesiánica. Tampoco parece que sea necesario recurrir en este caso a la teología marcana del «secreto mesiánico» 59. Por una parte el verbo auo-áv no lo usa ciertamente Marcos en ningún otro caso para exigir la observancia del secreto mesiánico60. Es verdad que el verbo podría invocarse en ese sentido, dado que Marcos lo emplea en tres ocasiones (1. 25; 3. 12; 8. 30) para expresar ciertamente la orden impuesta por Jesús de guardar si­ lencio acerca de su dignidad mesiánica. Pero el verbo en cuestión tiene de por sí un sentido amplio ( i m p o n e r , r e p r e n d e r ) 61, que se ajusta bien a todos los casos e impide, por consiguiente, entender los textos en un sentido demasiado concreto. Incluso en un caso que podía ser paralelo al nuestro (10. 13) es usado para expresar el gesto de los discípulos, que impiden a los niños acercarse a Je­ sús, porque piensan que pueden molestarle. Algo parecido podría suceder en el caso que tratamos. No se reprendería la exclamación mesiánica como tal, sino la impertinencia del ciego62, que iba a de­ tener el cortejo que se encaminaba hacia Jerusalén 63. Aduciremos todavía una tercera razón en apoyo de nuestra te­ sis. Se trata de ver cuál era la situación sociopolítica de Jericó y la Transjordania en la época del Nuevo Testamento, a fin de precisar en qué medida podían darse las condiciones requeridas para expli­ 58. A propósito de las m odificaciones de Le. al texto de Me. dice T aylo r: «All these changes are ed itorial, and also L u k e’s explanation th at the blind m an, hea- ring a crow d passin g through, inquired w hat w as happening ( xt ¿ír¡ -oöxo)an dre- ceived the reply that Je su s the N azarene w as p assin gby» (V. T a y lo r , o . c ., 448). 59. «Dass m an ihm Schw eigen gebietet, ist nicht aus dem «M essiasgeheim nis» Jesu zu erk lären , sondern w ill wohl heissen, dass man sein G eschrei als B e lästi­ gung empfindet. Je su s ab er w eist sein M essiasbekenn tn is nicht zurück und lässt ihn herbeirufen» (J. Sciim id, o . c ., 204). 60. Los cinco textos son: 3. 4; 4. 39; 9. 34; 10. 48;14. 61. 61. Así p o r ejem plo en Me. 4. 39; 8. 32. 33; 9. 25. 62. «The m an ’s im portu n ity is unw'elcome to m anv in the Company and thev teil him to be quiet» (J. M o ita t , Introduction to the Literature of the New Testa­ ment, E d in b u rgh , 3." ed., 1918, ad locum ). 63. E ste últim o m atiz de disgusto por la detención de la m archa, que exigía el atender la dem anda del ciego, tal vez lo exp resa Le. 18. 39; «los que iban delante le reprendían p ara que callara».

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