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240 ANGEL RODENAS que seguía a Jesús (o/Xou íxavoü) w, la cual venía con él, al menos en parte, desde Transjordania, por donde había pasado Jesús segura­ mente en su viaje de Galilea a Jerusalén (cf. Me. 10. 1). Estas mul­ titudes, como demostraremos en seguida, debían ser propensas al entusiasmo mesiánico, y lo mismo debía suceder con la población de Jericó. La verosimilitud de un recibimiento multitudinario tri­ butado a Jesús puede confirmarse teniendo en cuenta el pasaje de la entrada de Jesús en Jericó, según Le. 19. 1-10. Zaqueo, en efec­ to, ha de subirse a un sicómoro ya que «trataba de ver a Jesús, pero no podía a c a u s a d e la m u l t i t u d («-ó to-j (v. 3 ) 54. No deja igualmente de ser significativo el hecho de que las veces que sitúan los sinópticos a Jesús en Jericó, éste aparece rodeado de la multi­ tud (Me. 10. 46. 48; Mt. 20. 29. 31; Le. 18. 36. 43b; 19. 3). Un segundo factor interesante es la exclamación del ciego sen­ tado a la vera del camino: «Hijo de David». El grito es claramente mesiánico55, en mayor medida que las aclamaciones de la turba con motivo de la entrada en Jerusalén (Me. 11. 9s )56. En contra de la opinión de Taylor57 creemos muy probable que Bartimeo ha es­ cuchado las aclamaciones de la multitud y ha sido esto lo que le ha animado a su vez a pedir la ayuda de Jesús, dirigiéndose a él con las palabras que pone en su boca el evangelista. Marcos da a entender que el griterío de la turba era suficiente para que el ciego pudiera enterarse de quién pasaba en aquel momento, y Mateo lo ha seguido en este particular. Lucas supone más bien la pregunta del ciego, motivada en todo caso por la sensación de que pasaba gran cantidad de gente. Pero aun en este caso se puede concordar el texto lucano con el de Marcos, admitiendo que el ciego debió 53. E sta es precisam ente la única vez que em plea Me. este vocablo p ara califi­ c ar a las turbas. 54. E l episodio de Zaqueo es incluido por B ultm ann en tre los apotegmas bio­ gráficos. Pero el problem a de la form a literaria de la perícopa no nos interesa m ayorm ente en este caso. 55. «It is m ore prob ab le that he (M arcos) records it (la h isto ria del ciego de Je ric ó ) p rim arily because o f its M essianic ch aracter as a preparation fo r the sto ry o f the E n try» (V. T a y lo r , o . c ., 447). 56. Pese a la opinión negativa de algunos au to res, ju zgam os indudable el ca­ rácter m esiánico de la en trada en Je ru salén según M arcos (a fo rtio ri en M t. y en Le.). Pero hay que reconocer que la aclam ación de las tu rb as es en Me. menos exp lícita que en Mt. y Le., por lo que se refiere a la atribu ción person al del mesia- nism o a Je sú s. En efecto, el segundo evangelio no pone en boca de las tu rb as el título de «H ijo de David» (como M t.), ni el de «Rey» (com o Le.), aplicad o a Je sú s, sino el ab stracto paoiXstct, reinado, que no se atrib u ye necesariam ente de form a directa a la person a de Je sú s. 57. «The title... is here used by an individual and not b y the crow d at large; it expressed a view which B artim eu s had form ed, perhaps under the influence of Is. 61, 1...» (V . T a y lo r , o . c „ 448).

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