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F. DE VILLALPAN'DO, PROTAGON ISTA. 199 VIII El Capítulo Provincial de octubre de 1784 lo elegía Definidor, cargo que le daba un acceso notable a la dirección de los negocios de la Provincia, durante un trienio (1784-1787). Y fue precisamente ese un período fecundo en iniciativas y en dificultades de régimen interior. Entre las primeras destaca una, cuya alma debió de ser con toda probabilidad el Padre Francisco de Villalpando. Nos referi­ mos a la reforma de la Elocuencia sagrada teórica y prácticamente. Que él fuera orador insigne lo sugiere la calidad de los com pro­ misos que se le encomendaban y la categoría del auditorio. El Real Sitio de El Pardo, el Consejo de Indias, el de Hacienda, el Tribunal de la Inquisición, la Real Junta de la Inmaculada Con­ cepción , etc., lo eligieron con frecuencia por su predicador. En cuanto a la condición y momento de sus más señalados sermones, él mismo tuvo una especie de conciencia de su singular destino com o panegirista de santos y ante la Corte. «¿ Será acaso la suerte feliz — se pregunta en el exordio de su oración en honor del nuevo Beato Lorenzo de Brindis— a que parece haberme destinado la Providencia, de proponer y preconizar a los Pueblos y Naciones la gloria y magnificencia del Señor en sus Santos, nuevamente reconocidos y proclamados por el Oráculo de la verdad, colocados en los Altares, para gloria de Dios y edificación de su Iglesia?». Y, com o si quisiera evocarnos rápidamente algunos de esos des­ tellos oratorios, prosigue: «Hace muy poco que tuve la compla­ cencia y satisfacción de felicitar a la Corte de Madrid, al insigne y esclarecido Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, a nuestra nación y al orbe cristiano, por la santidad de la sierva de Dios Mariana de Jesús... Pocos años antes me tocó hacer igual elogio de otros dos héroes de nuestra Orden... Pudiera parecer que el Señor trataba de conducirme, por medio de estas dos tentativas o ensayos, al destino envidiable y g lorioso de ensalzar su poder y grandeza en una obra superior en su clase, incomparable, ex­ traordinaria y de todo punto singu lar»8*. Una constante en el mal gusto oratorio de aquella centuria era el tan practicado com o anatematizado gerundianismo. Los capu­ chinos no fueron la excepción, ni mucho menos. Donosamente, com o siempre, en su epistolario, se referíaD. Manuelde Villafa- 88 . Ensayo de oraciones sagradas sobre los varios géneros que comprehende la elocuencia del pulpito, I, M adrid 1787, 113-114.

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