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198 GERMAN ZAMORA ne — en el tomo I de su «Géographie moderne». Al hacer mención de los servicios, prestados al Estado por Villalpando desde su se­ lección oficial con esos fines en 1782, el referido relator lo enumera com o el principal y, acaso, el único, no habiéndose aún llevado a cabo la encomienda de los Estatutos para la Academia de Ciencias que, en realidad, era el verdadero motivo en 1782. «Los encargos que por él se le han confiado — escribe— han sido el reconocim iento de los tomos de la Nueva Enciclopedia, que se empezó a introducir aquí y a traducir en español, y espe­ cialmente el del artículo España de Mr. Masson, que tan poco honor nos hacía» 86. Desde jun io de 1784 comenzó a gozar de una pensión anual de 500 ducados que le pasaba la Tesorería de la Renta de parte de S. M. para que fueran menos gravosos al convento él y su com ­ pañero, y pudiera proveerse de las cosas necesarias «para su sub­ sistencia y el desempeño de los encargos que tenía, o se le hicie­ sen». En el ínterin, él se preparaba para esa eventualidad «vacan­ do a aquellos estudios, que son relativos a estos ob je tos», y «p ro ­ veyéndose de libros y máquinas, conducentes a ellos, para cuando sea n ecesa rio »87. 86 . AHN , E stado, leg. 3022, 2. 87. Sus m ism os d etractoresde clau stro alegan con tra él que p osee en su celda un lab ora torio físico-q u ím ico: «S ó lo tiene, o ha ten id o p or ú n ico y m o­ d esto recreo la frecuen te con cu rren cia, tan reproba ble, c o m o extraña, al Paseo del P rado, qu itan d o a las veces algún h on or al h ábito; y otras en su segunda celda, d edicada s ó lo al intento de sus m áquinas, eléctrica, neum ática y óp tica, para dar vueltas a sus ruedas; unas ocasion es para electrizar, y d ivertir a los seglares, que a verlas entran de con tin u o; y otra s para deleitarse a sí co n la óp tica, m ediante el h erm oso a sp ecto de las ciudades y m agn íficos p alacios de la E uropa y sus C ortes» (AHN , E stado, leg. 2992, 1). La acu sación p roven ía de sus tres colegas de D efin itorio, en agosto de 1787, los cuales en p rob lem as de F ísica n o debían andar m u ch o m ás al día queen d escu brim ien tos b io ló g ico s andaba o tro de sus críticos, cu an d o ridiculizaba su Philosophia p o r explicar la generación a base de ciertos «gu san illos» (los esp erm a tozoos...). V illalp an d o había d e ja d o con stan cia en su Física (Philosophia, II, 198) de su entusiasm o y del atractivo de los experim en tos eléctricos, sien do tal vez u n o de los p rim eros españ oles en cita r el hallazgo de F ranklin: «...electrica e m achinae inventu, et instructu lacillim ae sunt, effectu sq u e v isibiliores prod u n t, foem inas etiam , ac p u eros d electari, et in adm irationem rapere su pram odum id on eos». Mas n o só lo p o r divertir al p ú b lico, sin o p o r su co n v icció n de las grandes utilidades que reservaba, para la hum anidad, el estu d io de los fen óm en os eléctricos, él ex h or­ taba a su investigación.

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