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196 GERMAN ZAMORA a servirse de su texto filosófico. En o toño de 1782 se ponía nuevo Curso de Filosofía en el convento de San Antonio, de Madrid. Hubo cambio de autores, pero el elegido en lugar de Bernardo de Bolonia no fue Francisco de Villalpando, allí dom iciliado, sino que «a petición del P. Lector y Maestro, se les asignó la Filosofía del P. Ferrari». Era éste otro aristotélico escotista, de los que Vi­ llalpando abominaba en su libro; la «Philosophia peripatética» de José Antonio Ferrari, franciscano conventual de Milán, llevaba en su mismo frontis el marchamo de fábrica: «Adversus veteres, et recentiores praesertim Philosophos, firmioribus propugnata ratio- nibus Joannis Dunsii Scoti subtilium Principis», y tenía, además, una finalidad apologética, la de vindicar el peripatetismo contra los ataques de su correligionario Fortunato de Brescia, manualista modernizante muy en b o g a 83. Esas pinceladas bastan para descu­ brir cuál era la tónica que seguía imperando en la orientación de los estudios filosóficos en su propia casa. Transcurrido un año desde el recibo y puesta en práctica por los Superiores de la memorable carta de Carlos III, aún no se habían especificado públicamente los vagos «asuntos literarios» a cuya dedicación quedaba destinado el P. Francisco. Parecía com o si el Ministro de Estado hubiera olvidado o descuidado la situa­ ción peculiar creada por ella en torno a aquel personaje, reducido a la inacción y expuesto a la mordacidad de la sospecha y de la censura. No faltaban quienes lo reputaran por «hombre sin ocu­ pación, y que hace una vida agradable y entretenida b a jo un pre­ texto especioso, qu e él m ism o s e ha bu sca d o », com o le confiden- ciaba dolorosamente al Conde en carta del 14 de jun io del 1783, escrita desde Aranjuez, a donde tal vez se habría trasladado usando las facultades vacacionales recibidas del General. Y no era la pri­ mera instancia que le dirigía en ese sentido. Con anterioridad, le había manifestado al de Floridablanca «el estado en que se halla desairado» y «lo que importa a mi honor» alejar de él la nota de espléndida vagancia en que no pocos lo juzgaban. «Semejante nota 83. La tercera ed ición de la F ilosofía d e Ferrari (V en ecia 1767) tenía p o r títu lo Philosophia peripatética adversus veteres, et recentiores praesertim philo­ sophos, firmioribus propugnata rationibus Joannis Dunsii Scoti subtilium Prin­ cipis, atque speciatim a R. P. Fortunati a Brixia responsis et objectis distinctius vindicata, op era et stu d io F. Josephi A n tox ii F errari de M odoetia, O rdinis Mi- n orum S. F rancisci C onventualium . E sta ed ición , en tres tom os, fu e p rob a b le ­ m ente la utilizada p or los p rofesores cap u ch in os de M adrid en 1782. La cuarta e d ición se hizo precisam en te en esta ciu d ad (1787?) y m itigaba el ton o p o lém ico de las an teriores, red u cién d olo a Veteris et recentioris philosophiae dogmata Joannis Dunsii Scoti, subtilium Principis doctrinis accommodata, atque in tres tomos distribuía.

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