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F. DE VILLALPANDO, PROTAGONISTA. 195 gráfico de datos, es el nuevo horizonte que se abría ante él detrás de aquella regia carta, cuyo texto informaba, en tono de mandato, al Vicario Provincial de los Capuchinos castellanos en los térmi nos siguientes: «El Rey ha resuelto encargar algunos trabajos literarios de uti lidad pública y general al P. Fr. Franco, de Villalpando, Religioso Capuchino, en compañía de otras personas de doctrina y conocida aplicación: y así se le avisará a él, a su Provincial y General para que lo tengan entendido, y contribuyan a evitarle distracciones a otros asuntos, y facilitarle el tiempo y los auxilios que dependieren de la Orden; pues por parte de S. M. se le darán los demás que necesitare en la ocasión correspond ien te»80. Fechada en el Real Sitio de San Ildefonso, a 24 de junio. Los individuos aludidos eran seguramente ciertas personalida des acuciadas por idéntica preocupación, com o los hermanos Iriarte (Tomás y Bernardo), uno de los cuales escribía, con su característico desenfado, «porque es una vergüenza que la tengan (Academia de Ciencias) todas las capitales de los grandes imperios y aún muchas ciudades particulares, y sólo Madrid esté sin ella, siendo cabeza de tantos reinos» 8\ el Duque de Híjar, Moratín, D. Manuel Pelayo, el Marqués de Villa Urrutia, y otros. Los Superiores Provincial y General del P. Francisco «contes taron mostrándose muy agradecidos y satisfechos por el honor que de ella resultaba a su Orden, y ofreciendo dar por su parte las providencias convenientes para que tuviese efecto la voluntad de S. M.». El General de la Orden, que seguía siéndolo Erardo de Rad- kersburg, honrado en su visita a nuestro país con la distinción de Grande de España por el Rey, no tuvo dificultad en reiterar las exenciones y privilegios que tan espléndidamente le concediera en 1776, especialmente el de tener compañero secretario82. Dedicación tan honrosa, unida a los cargos que comenzaba a desempeñar en la Provincia y quizá también a las críticas acerbas de que su persona y su obra iban siendo ob jeto dentro y fuera de la Orden, le restaron sin duda calor y entusiasmo para acometer de inmediato la redacción del Curso teológico, a que se había comprometido. Sus hermanos de hábito seguían en oposición inquebrantable 80. AHN , E stado, leg. 3022, 2. 81. Ib. 82. Ib. V éase, adem ás, Informe al Supremo Consejo sobre representaciones y bula del P. Villalpando, en APEC, 3-15, f. 3.
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