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F. DE VILLALPANDO, PROTAGON ISTA. 217 Puédese imaginar la alegría de Villalpando al comprobar y sa­ borear el amplio fruto de su representación, y también al ver hu­ millados en la persona del Provincial a sus muchos émulos. Mas su júb ilo mayor debió provenir de las insinuaciones que había, en la carta de Godoy de parte del Rey, sobre la probabilidad de com i­ sionarle nuevamente para alguna empresa notable de beneficio pú­ blico. No pudo aplazar un solo día la acción de gracias a su bienhe­ chor y, a la vez, el salir en propia defensa con una breve, pero efi­ caz apología p r o vita sua. Después de destacar el singular honor de que se sentía ob jeto y de ofrecerse sumisamente a su cumplimiento, pasaba a la auto­ defensa. Consideraba enteramente destituido de fundamento el ale­ gato de «los frailes». Interpretaba el convenio tácito con el Servi­ cio público sellado en 1782 no sólo en el sentido de deber satisfacer cualquier trabajo que se le encomendase por aquél, sino también en el de deber emplear su tiempo en prepararse para los futuros. Por eso no vacilaba en afirmar ante el Ministro: «Aunque actual­ mente no me halle con encargo alguno de parte de S. M., ten go y cum p lo la ob ligación de vacar a aquellos estudios, que son relativos a estos ob jetos, proveerme de libros y máquinas conducentes a ellos, para cuando sea necesario». Y retaba a cualquiera a que se atreviera a argiiirle de «p o co aplicado» o de aprovechado: si en algo había desviado la ayuda económ ica estatal de su finalidad origina­ ria, había sido únicamente para aliviar la situación de «una her­ mana de mi compañero y amanuense, que se hallaba en el último apuro». En lo referente a compensar al convento de sus gastos y de los del amanuense, replicó que tampoco era digna de atención semejante queja, toda vez que él desempeñaba en la Orden el ho­ norífico e importante oficio de cronista, predicaba cuando la oca­ sión lo requería, y los libros que se procuraba con la mayor parte de los ducados percibidos, pertenecían también al convento: no ocultaba sus temores de que «cualquier ensanche» o concesión de S. M. en ese terreno sería explotado abusivamente por los contra­ rios m. de E stad o y d e D espacho, y a D. E ugen io de L laguno, C on sejero d e E stad o h on o­ rario con voz y v o to en el m ism o, y que estuviese a las inm ediatas órden es del d ich o D uque»; o tro, fe ch a d o en A ranjuez el 22 de enero de 1794, sob re el «R eal D ecreto origin al adm itien d o la dim isión hecha p o r el Sr. D. P edro Acuña M alvar de la S ecretaría del D esp ach o de G racia y Justicia, y n om b ra n d o en su lugar al Sr. D. E ugen io de L laguno y Am írola». El Viridario recoge, en sus­ tancia, el con ten id o de estas cartas (ff. 667-8). 108. En 1795 el P rovin cial Félix d e O rense, p rop on ía qu e la pen sión con ce ­ dida p o r el G obiern o a V illalp an d o se le quitase, destin ándola a «gastos de

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