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206 GERMAN ZAMORA Villalpando, que en los com ienzos de este pleito recurría a Flo- ridablanca tratando de sortear «un lance con el Consejo» (29.9.85), debía ver con tristeza al final del mismo no sólo cuán p o c o le había valido aquella instancia, sino, sobre todo, que la causa había terminado a merced del Rey, pues la Real Orden sugerida por la Junta no se hizo esperar. Y, lo que era más do loroso, venía fir­ mada por el prop io Ministro de Estado, y estaba redactada en los términos supraindicados. Venía dirigida al Provincial, el cual se la leyó al interesado; éste no respondió nada por entonces, pero pocas horas después lo hizo por el mismo conducto, destinándola a su Superior, con la secreta esperanza de que éste se la trans­ mitiría al Conde, com o así lo hizo al siguiente día, asegurándole que encontraba justo y con form e a razón su contenido. ¿Cuál era éste? Por reflejar su carácter de cuerpo entero, con sus cualidades y defectos, con la sinceridad y sentimiento de dignidad personal de que ha hecho gala, la transcribiremos íntegramente. En ella reviven. «R. P. Provincial — le decía— . En vista de la Orden de S. M. que V. P. me ha leído, debo decir que, según el contexto de ella misma, nada hay que hacer, respecto de verificarse la condición de ser c ierto el lance. «De cualquiera suerte, yo jamás podré sufrir la afrenta de ser reconvenido delante del Difinitorio, sin que antes se me oiga en justicia, en cuyo caso haré ver que no me excedí en el tratamiento que hice al P. Pereda, no pudiendo tolerar que insultase y desmin­ tiese al Provincial y Difinidores; y que en estas circunstancias debía reprenderle, a más de tenerlo tan merecido por los atentados que antecedentemente había cometido. »Sería la cosa más extraña que se creyese sobre su palabra a un fraile de ninguna recomendación dentro ni fuera de la Religión y que habiendo éste, entre otras enormidades, com etido la de in­ famarme en público Consejo, no se haya hecho aprecio, ni menos corregídole, y que ahora, sobre su único testimonio, se pretenda que un h om b r e de m is circunstancias dé satisfacción a un fraile de esta clase por haberle reprendido, para que haga después un triunfo de habernos humillado, com o consta a V. P. lo está ha­ ciendo dentro y fuera de casa en los términos más groseros, repu­ tando en más este exceso (en caso que lo fuese) que los suyos, que dejo ya apuntados y anteriormente se han representado a S. M. »V. P. conoce mi carácter y que estimo más mi honor que todos los empleos y grados del mundo. En esta atención suplico a V. P. haga presente a S. M. mi sumisión y obediencia a sus Ordenes, y

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