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SOBRE LA FILOSOFIA DE ZUB IR I 123 La consideración talitativa lleva al estudio de la sustantividad y se afinca en sus dos caracteres básicos: unidad y clausura del sistema. La esencia se presenta com o sistema, cuyo carácter «cons- tructo» lleva a definirla com o estructura de las notas que actua­ lizan su talidad física. Tal estructura abarca, no sólo a cada rea­ lidad individual, sino también a la totalidad que forman en res- pectividad las realidades cósmicas. La consideración trascendental surge de la talidad constructi­ va tomada en función trascendental, en el sentido aludido. Me parece que este punto es esencial para la metafísica de Zubiri y Ellacuría dedica unas consideraciones breves, pero muy ceñidas, a la articulación de ambas dimensiones (pp. 123-125). El autor examina esa talidad constructiva en función trascendental según la triple articulación de constitución («suyo »), dimensionalidad («in terioridad») y tipicidad (el «tip o » de realidad). Al que siga detenidamente estas páginas no le cabrá duda de la importancia cardinal del concepto aquí estudiado. Es la pauta que marca su antiidealismo, su diálogo crítico con la metafísica moderna y, sobre todo, su discusión crítica de Aristóteles, punto de referencia siempre mantenido y que no se debería olvidar para una lectura fructífera de Zubiri. El sencillo trabajo de Alberto del Campo, «La función trascen­ dental en la filosofía de Zubiri» (pp. 141-57) ofrece una notable exégesis de este concepto básico y difícil de la filosofía de Zubiri. Orden talitativo y orden trascendental forman dos dimensiones estrechamente conexionadas puesto que son las mismas notas que definen «tal» realidad, las que la definen com o «realidad». «Tras­ cendental» no se refiere al concepto, sino que es una dimensión física de lo real. Pero el modo de consideración que imponen los dos planos es muy distinto; el autor anota con razón que en ello va involucrado el tema ciencia-filosofía; si el científico ha de que­ darse en el plano talitativo, al filósofo le interesa el trascendental, por lo que «la distancia entre ciencia y filosofía sólo podrá salvar­ la quien tenga ’o jo ’ para poder aprehender la función trascenden­ tal y no el que, ciego para ella, pretenda hacer de la ciencia mis­ ma, una filosofía» (p. 145). El autor aplica esta radicalidad al campo de las acciones, para fijarse expresamente en el campo muy especial del hombre. El rechazo de todo dualismo, incluido el aristotélico de materia y forma, aporta al autor importantes con­ clusiones para una antropología filosófica; queremos llamar la atención sobre la última (p. 156): si en el hombre hay múltiples sustancias, pero una sola su stan tividad humana, ¿qu é sucede con

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