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SOBRE LA FILOSOFIA DE ZUB IR I 121 nivel com o ha de ser leído, pues es el único que permite un plan­ teamiento suficientemente riguroso y a la altura de las exigencias de la ciencia actual. Este dato es esencial para comprender algu­ nas afirmaciones importantes: «no hay espacio a p r io r i..., no es absoluto» (pp. 486, 490); «los cuerpos no están en el espa cio ...» (p. 489); «lo que de ninguna manera se puede sostener es que todo movim iento... sea m ecá n ic o » (Ib .), etc. El planteamiento viene dictado por las mismas exigencias cien­ tíficas y Zubiri examina el problema en cuatro pasos. En el pri­ mero se estudia el espacio geométrico a la luz de las geometrías no euclídeas y la topología que permiten distintos tipos de espa­ cio y remiten a una espaciosidad geométrica com o posibilidad de construcción. Desarticulada ya por la historia la identificación del espacio geométrico con el físico, se plantea este último a la luz de la nueva física. Aquí el espacio queda determinado desde la movilidad de los cuerpos. Ello obliga a dar un paso más a la búsqueda de las raíces de estos distintos espacios. Este nuevo paso llevará a afirmar que «la espaciosidad es determinación del m odo de ser real y efectivo de las cosas» (p. 494), en tanto que éstas se presentan com o parte de un sistema dinámico; ello permitirá una consideración talita- tiva y otra trascendental. A esta última se dedica el último paso que presenta la espa­ ciosidad com o un m odo de realidad que explica la afirmación antes transcrita sobre la espaciosidad com o propiedad de las cosas. Son de gran interés sus indicaciones cobre la espaciosidad vital y la humana, todas ellas enraizadas en la espaciosidad básica. El texto se hace difícil por el juego constante de partículas y por la gran cantidad de neologismos, difíciles de captar por el carácter conciso del texto; indicamos sólo algunas de la misma raíz: «tensidad» (p. 495), «extensidad» (p. 496), «distensidad» (p. 507), «pretensidad» (Ib .), «ostensidad» (p. 511). Se ve con claridad que no responden a ningún capricho y su dificultad no es otra que la dificultad del tema. Estos dos trabajos muestran, contra algunos incrédulos, que el pensamiento de Zubiri está muy lejos de estar agotado; que S o b r e la esencia es una obra que significa la madurez definitiva de su autor y no es otra cosa que el primer momento de un pen­ samiento que, desde ahí, está en disposición de ir enriqueciéndose continuamente y acercarse a campos de ob jetos cada vez más amplios. No puedo resistirme a transcribir la impresión de que

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