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126 ANTONIO PINTOR-RAMOS conquistas de la disciplina y romper incluso con no pocas rigide­ ces insostenibles. La afirmación básica sería ésta: «Lo estético está en la raíz de todo acto o actividad específicamente humanos» (pp. 223, 287- 8), lo cual significa la negación de lo estético puro. El problema deberá llevarse, entonces, al análisis de la actividad humana y el punto de partida sólo puede ser el hombre en tanto que «animal de realidades», con toda la carga que esto tiene en Zubiri. Dentro de la realidad, interesa su constitutivo dinamismo (p. 228) y la definición de persona com o «esencia abierta». La concepción zubi- riana de lo artificial — algo no opuesto a lo real— permite cir­ cunscribir la capacidad del hombre para enriquecer el mundo con nuevas cosas-sentido; el concepto zubiriano de «irreal» es impor­ tante para la dimensión estética. Espaciosidad y temporalidad com o propiedades de la realidad abren el campo dentro del cual pueden estudiarse las bellas artes. El hombre es impresionado por las cosas; éstas, en cuanto actúan sobre el sentimiento, ofrecen componentes estéticos y, por tanto, la belleza es una propiedad de las cosas o una modalidad del ser, específicamente distinta de la verdad y la bondad. Esta impresión actúa sobre el hombre que, com o esencia abierta, bus­ cará «dar expresión a la impresión» (p. 238). Desde ahí, se estudia la vivencia estética com o actualización de la belleza de las cosas; se estudia el acto «poyético» desde las distintas fuerzas y etapas en que se va configurando la expresión, hasta llegar a la instauración de la obra de arte. Se hace luego un estudio de distintas artes y, finalmente, se busca integrar y escla­ recer algunos conceptos estéticos: expresión, revelación, enrique­ cimiento del mundo, mensaje y testimonio. Se trata de un conato valioso que merecería ser desarrollado ampliamente; pero el autor confiesa no pretender otra cosa y se­ ría injusto el reprochárselo. El trabajo de Diego Gracia Guillén, «La estructura de la Antro­ pología médica» (pp. 293-397) ensaya una aplicación de las ideas zubirianas a una sistemática Antropología médica. Está dividido en dos partes: «La estructura histórica de la Antropología médica» y «La estructura teórica de la Antropología médica». La primera parte tiene la función primaria de ir detectando los distintos pro­ blemas que la historia de la disciplina ha ido revelando y que serán ob je to de tratamiento sistemático en la segunda. El autor concibe la Antropología médica com o una aplicación a su ámbito concreto de los principios generales de la Antropología filosófica y, sobre

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