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CONGRESO ESPAÑOL DE SAN BUENAVENTURA 109 hechura. El mundo de hoy necesita, en su apreciación de la natu raleza, un suplemento de franciscanismo que, de hecho, a veces se da y que se está poniendo de manifiesto en su defensa, diri gida por los ecologistas. El mismo se sentía en sus actividades, com o fundador de los jardines botán ico y zoológ ico de Valencia, un p o co «mendicante» para salvar la naturaleza. Su saludo a los congresistas, desde su especialidad científica, fue el canto de un b iólogo: «La alondra ya no se eleva en cielos limpios, sino entre el humo de los aviones, de los coches, fábricas, casas...». El P. Fidencio González Pérez, com o Superior Provincial de los T. C. de la región donde estaba la sede principal del Congreso, agradeció la designación del santuario de Montiel para la misma, que honraba al fundador de la Congregación, cuya primera mues tra creadora había surgido precisamente en esa casa. El arzobispo de Tánger, Mons. Carlos Amigó Vallejo, incitó a hacer de la ocasión un trampolín para lanzarse al estudio serio, y del Año Santo que iba a comenzar, un acicate para reconciliarse con la ciencia según el estilo de San Buenaventura del p rim um unction i, deinde speculationi. * * * Si de esa mirada al Congreso un poco desde fuera, desde su ambientación, pasamos más al interior del m ismo para ver lo que constituyó el nervio de su programa, podemos distribuir la temática investigadora y expositiva en dos grandes sectores, correspondientes a las dos facetas que destacan en San Buena ventura: el pensador y el gobernante. La primera de estas seccio nes la subdividimos en su aspecto teológico, con sus derivaciones hacia los dom inios de la espiritualidad cristiana, y en el filosófico. En general, no fueron muy abundantes las ponencias de gran calado ni tampoco las comunicaciones; en parte se debió al plan teamiento m ismo del Congreso dentro de un margen temporal exiguo. Dentro del secto r teo lóg ico -esp iritual destacamos el estudio sobre Teología ca rism àtica en San Buenaventura, presentado por Alejandro de Villalmonte. Tras una exposición del problema en su propia historia y del concepto actual de lo carismàtico, se centró en la exploración de la presencia e influencia de ello en la teología bonaventuriana: esa teología está determinada por el carisma de San Francisco — «Buenaventura, conciencia pensante de Francis c o »— ; com o tal, es una teología ordenada a la vida santa, a la
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