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SOBRE LA GRACIA Y SU TEOLOGIA 63 teológicos de comparación no se corresponden — en la idea que les apropiamos de natural y gratuito— , con lo que natural y gratuito significan en la analogía humana del regalo, símbolo so bre el que intentamos establecer la noción de la gratuidad de la gracia. Porque resulta que la creación, fundamento de lo que lla maríamos hombre natural, también es gratuita. Nadie se puede presuponer antes de la creación; nadie ha pedido existir; no dis ponemos de nuestra existencia '. Permaneciendo en la misma línea de la gratuidad de Dios la creación y la gracia, ¿cómo distinguir en ellas lo debido y lo indebido, lo natural y lo sobrenatural? Toda la forma clásica de entender el sobrenatural reposa sobre este indeciso punto de apoyo. Es indudable que la teología de la gracia, si no tiene otros recursos para mantener la noción del sobrenatural, seguiría apa reciendo en el conjunto teológico como un punto irritante, que desazona desde el interior la voluntad reorganizante de la teología actual. Si no es superable este planteamiento de la gratuidad por contraposición, nos parece que no ha llegado el momento de ha blar de una teología adaptable al desplazamiento de las significa ciones, ni se podrá dar por evidente que la teología no tenga por qué navegar, en algún sentido, a contracorriente del discurrir cul tural. Porque un sobrenatural que necesita afirmarse sobre lo na tural — sea real o hipotético; se admite desde la razón o desde la sustración de razón que deja entender la fe— , siempre será un sobrenatural que se confirma sobre la insuficiencia de la condi ción histórica, y que, en consecuencia, la delimita a priori de una manera categorial y acrítica. Todo ello supone así mismo persis tir en una idea de teología autosuficiente y autodidacta que en tiende disponer de su saber concurrencialmente con el del mundo. Precisamente por ello nos encontramos hoy con una imposible correlación en la interpretación de la historia que es propia de la teología y la que es propia de las ciencias. Mientras que, cada 1. De Lubac califica certeramente este problema como un problema de lengua je. Si el lenguaje humano no puede referirse a lo divino si no es sobre un punto de apoyo histórico — que le sirve luego de trampolín para establecer la analogía— , cuando este punto de apoyo no existe, es prueba de la limitación en ese frente de la referencia humana a lo divino. Y precisamente, en el caso de una naturaleza humana hipotética la apoyatura se hace sobre el vacío, la comparación es pura mente abstracta e imaginaria. De Lubac insiste sobre este punto, particularmente en su segunda obra sobre el sobrenatural: Le Myslére du Surnaturel, Paris 1965, 106-109. Se puede consultar también el artículo que con este mismo título publicó en R. S. R. 36, 80-121. Alfaro intenta una réplica, un poco rápida, de esta postura en Cristología y Antropología, Madrid 1973, 228-250.
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