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SOBRE LA GRACIA Y SU TEOLOGIA 87 contramos varados en la perplejidad que se balancea entre la vo­ luntad de independencia de nuestra libertad y la experiencia que se nos impone de lo indebido que somos; vivir es un gozo espon­ táneo, pero no siendo mío lo disfruto y lo detesto por igual. Los ecos del absurdo tienen aquí su muro de devolución de ondas. La referencia a Dios es discontinua, está interrumpida por su silencio, por su discreción. Descubrirla le costará al hombre comprometer su libertad, porque en ningún caso la gratuidad del existir puede ser deducida ni reducida dentro de una ecuación cerebral. Si esta­ mos para con Dios en deuda de la existencia, si nuestra relación para con él nace de la gratitud que él ha tenido a bien ejercer, nues­ tra mutua relación no es una relación racional. Y esto que puede parecer incoherente, es la única posibilidad de coherencia en que el hombre puede encontrarse; la verdad es que todas las incohe­ rencias históricas se dan y se advierten dentro de la funcionalidad racional. ¿N o será que se dan, en el fondo, como desmentido de la razón? Recibir, pues, la vida, aceptando que tiene un origen gratuito, es acoger la única posibilidad de síntesis que se nos ofrece. De ahí emana la dimensión existencial de la gracia y la condición religio­ sa de la existencia histórica. Toda la religión es reciprocidad, erra- titud. Vivir religiosamente es vivir agradecidos y vivir agradecidos es vivir la existencia con una actitud integradora y sunrarracional. Es evidente que este hecho, descubierto y asumido en la fe del cre- vente, puede cualificar una existencia sin desmundanizarla con nin- gún sunlemento de naturaleza, de una manera que trasciende la di­ mensión social, emocional y convivencia! del existir histórico del hombre sin dejarla arrinconarse en el reducto íntimo del ienoto e inefable sujeto personal. Admitir esta limitación del lenguaie on­ tològico para dar más opción al lenguaje fenomenològico y vital, es pasar de algún modo de los concentos redondos pero utóoicos por abstractos, a la dialéctica discontinua, pero real, de la vida. 3. La G racia como iden tifica ción del relig ioso Prolongar el análisis de esta existencialidad que cualifica la vida, entendida como gracia, puede ayudarnos quizá a esclarecer la pecu­ liaridad del hombre religioso. Si vivir agradecidos es adoptar una modalidad de vivir renovadora y creatiz en muy diversos niveles del comportamiento vital, esta modalidad se distingue como una actitud que solidariza, que no excluye, que tolera, que da crédito... porque tiende a devolver, viviendo, la suerte de vivir que ha reci­ bido indebidamente. Comporta una actitud que no adopta ante los

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