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SOBRE LA GRACIA Y SU TEOLOGIA 83 pírico es el lugar de toda riqueza teológica. Quiere esto decir que la teología no es ciencia, en todo lo que la ciencia es pretensión absolutizante del concepto, en todo lo que es encasillamiento ca- tegorial o cultural. La teología es en este sentido, menos «teológi ca» que cualquier cultura, que es siempre una sistemación cerrada de la existencia y un desangelamiento de su insoldable virtualidad. Para asumir esta responsabilidad y encontrarse a sí misma, la teo logía deberá comenzar por abrirse a la condición acategorial del acontecer, a la contingeidad de la experiencia, a la también arbitra riedad ilógica de los hechos, porque éste es el medio de descifra miento de la historia y el lugar escogido por la revelación para de jarse entender. De hecho, este empirismo metodológico está ins crito en el interior del mismo proceso de la revelación. Nunca po dremos poner de acuerdo las distintas interpretaciones y teologías que en la composición de la Escritura — a lo largo de la historia de Israel— aparecen referidas a un mismo tema, si buscamos ho mologarlas con un parámetro de reducción lógica. Las distintas versiones sobre la creación, el pecado, ultratumba, etc., sólo si las comprendemos dentro de un proceso histórico-dialéctico en el ám bito de la vida y vicisitudes del pueblo, nos será posible advertirlas con una unidad dentro de la aparente contradicción y diversidad temática. Lo mismo podríamos decir de las distintas posiciones magisteriales que se han sucedido a lo largo de la historia de la Iglesia. REDUCCIONES Pero va siendo hora de concretar posiciones. Intentemos, pues, precisar algunos resultados. A partir del repaso crítico que hemos venido haciendo con más o menos acierto, se desprenden algunas consecuencias que podemos ahora intentar determinar. Todas ellas giran en torno al problema teológico de la gracia, pero observado ahora con una óptica distinta, menos nominal, más positiva, mien tras buscamos evitar algunos de los derroteros señalados como de formadores de esta temática. Fijaremos nuestra atención menos en una labor de determinación conceptual que en el discernimiento de la dimensión testificante y existencial del suceder cristiano, aun que sea al precio de sacrificar un tanto la manía de reducción in telectual que nos caracteriza. Quizá de este modo vislumbraremos síntomas de acercamiento a la gracia de la vida que da sentido a la existencia.
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