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70 GABRIEL FERRERAS cristianismo. El cristianismo, en efecto, presenta la originalidad, en el ámbito de las distintas religiones, de haber descubierto la manifestación de lo sagrado desde el interior de la mundanidad, desde una situación de posposición — ley de encarnación— . Esta particularidad, al mismo tiempo que le permite a la religión res­ petar íntegramente la autonomía de las cosas no equivocando su cometido, no les permite a las cosas extrapolar su condición en la sublimación religiosa. Así pues, si la idolatría es la adoración de las cosas, es, por supuesto, la perversión del sobrenatural; pero lo importante y revelador para nosotros, es lo que es, de­ jando de manifiesto que la perversión sobreviene en aquella di­ mensión en la que el sobrenatural busca ser afirmado a costa de lo temporal, en su cosificación, en su objetivación. II Responsab ilidad de la libe rtad teológica A una conclusión a la que fácilmente llegamos después de este repaso crítico de la gracia y su teología, es a la de que la teoría y la vida religiosa no tienen su mejor momento en el modelo de expresión fixista y clerical; también nos viene siendo sugerido que en la evolución secular de la cultura puede encontrar la fun­ ción intelectual teológica, un elemento de renovación que en nada se contradice con su peculiaridad científica. El hecho salvífico debe revalidarse en la historia y es la misma historia la que nos enseña que, en este punto, no deben existir, por nuestra parte, predisposiciones ni indisposiciones que nos hacen el peor de los servicios a nosotros mismos. Tampoco es difícil de comprender, después de lo dicho, que si se postula un cambio de lenguaje, esto significa en realidad un cambio de cultura, un cambio del modelo básico y categorial sobre el que se sostiene la visión global que poseemos de las cosas. Este modelo está constituido por unos presupuestos que nos ofrecen la posibilidad misma de pensar, y que por eso se anteponen al mismo pensamiento permaneciendo, en cuanto tales, indiscutibles. De ahí el que su reemplazamiento es casi siempre traumático. Pero la condición histórica está so­ metida a este proceso y no por eso el mundo desaparece cada vez que desaparece un modelo cultural, sino que se instituye preci­ samente en esa continuidad cambiante. Interesa dejar constancia

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