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50 JOSE LUIS LARRABE co consiste en la claudicación de la propia fe. El documento desea a su vez el reverso de esta apertura nuestra y se pregunta: ¿se prestan al diálogo con nosotros los miembros de las demás reli­ giones e ideologías? ¿qué frutos se están consiguiendo de este diá­ logo y colaboración? ¿la aceptación común de unas verdades y valores fundamentales? Diálogo y colaboración que son obvios cuando se trata de rela­ cionarse las diversas comunidades eclesiales entre sí: diálogo y co­ operación que deben darse a todo nivel de comunicación de bienes: materiales, con intercambio de sacerdotes, de seglares misioneros, etc., hasta que las iglesias locales 16 lleguen a ser suficientes por sí; tesis ésta que — a modo de principio de subsidiariedad— ha sido avalada por el Concilio Vaticano II. Evangelizcición -promociún -liberación 1. La existencia misma del nexo íntimo entre evangelización y liberación integral del hombre ha quedado fuera de duda en las afirmaciones que de palabra y por escrito han tenido lugar en el aula sinodal. En efecto, no hay dualismo ni extrinsecismos entre ambas, sino que se implican mutuamente: por tanto, ni evange- lismos (mucho menos químicamente puros) ni temporalismo a ras del suelo a título de evangelización: ésta abarca al hombre todo entero, cuerpo y alma sin dualismos, tanto en su vocación intra- mundana como trascendente. 2. En cambio, las reflexiones teológicas del Sínodo, en la segun­ da parte del mismo, no han aclarado suficientemente si la promo­ ción y liberación humana es previa a la evangelización, si constitu­ tivo interno (no único), o primer efecto de la evangelización. Ahora bien: ¿cómo hacer que no quede todo en una tarea intra-mundana? En fin, que no se trata tan sólo de construir la ciudad terrestre, sino también de ser fieles a la vocación cristiana integral. De todas formas, nadie puede dejar de tomar en serio este mundo bajo pre­ texto, falsamente interpretado, de refugiarse solamente en el más allá, como si la salvación consistiera en una «fuga del mundo». Ni la prescindencia ni mucho menos el desprecio del mundo son cris­ tianos, sino el compromiso17. 16. El concepto de Iglesia local no ha sido utilizado en un único sentido en este Sínodo. 17. «Instrumento de trabajo», n. 14.

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