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EL SINODO DE LA EVANGELIZACION. 43 nes, bautizados indiscriminadamente en épocas anteriores, han vivido envueltos en una ola de secularización sin contactos evan- gelizadores por parte de la Iglesia; y también por parte de aque llos que, habiendo acudido a las grandes ciudades por razones de estudio o trabajo, han perdido todo contacto de acogida y evan- gelización en la Iglesia. Analizadas estas causas en lo referente al pasado, el documento se plantea la perspectiva de futuro: ¿cómo puede lograrse que esta descristianización se evite en el futuro? De todas partes han venido síntomas inquietantes en torno a una práctica sacramental sin fe [suficiente]: el documento de tra bajo sinodal sugiere modos concretos para vivificar la fe de los que se acercan a los sacramentos: el apostolado de la familia, del am biente concreto en que viven, del tiempo libre, de la asistencia so cial, etc. Y hace una pregunta que es como el diapasón para saber si desafinan las comunidades cristianas en este punto tan funda mental (sin el cual no pueden llamarse comunidades misioneras): ¿ están abiertas nuestras comunidades para acoger a los que vienen de otras partes, a prófugos y marginados? 13. E l e sp íritu ecum én ico hoy No cabe evangelizar si no hay espíritu ecuménico. Como la in tención primera y principal del Concilio Vaticano II fue evangeli- zadora en la mente original del Papa Juan X X III : «demostrar la validez del mensaje cristiano para el mundo actual» H, de ahí que dio también un impulso muy grande al espíritu ecuménico: pierde fuerza de atracción la casa, cuando la familia está desunida. El ecumenista más exigente se encontrará satisfecho con las dos preguntas que formula el documento de trabajo sinodal; más que preguntas, son afirmaciones: «hay que evitar que la evangelización de una Iglesia impida la evangelización de las demás»; y «hay que procurar que todas las Iglesias con esfuerzo común conduzcan ha cia Cristo a los hombres de nuestro tiempo» l5. Los números siguientes (12 y 13) se mueven en este mismo cli ma evangélico de diálogo y colaboración: diálogo [incluso] con los no creyentes y ateos; que sea verdadero diálogo, que no consista solamente en la refutación de los demás modos de pensar; tampo 13. Ib., n. 10: «Suntne communitates nostrae apertae ad recipiendos illos qui aliunde veniunt, máxime profugos et emarginatos?» 14. J uan X X II I , Discurso inaugural del Concilio. 15. «Instrumento de trabajo», n. 11, párrafo 1. 4
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