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54 JOSE LUIS LARRABE sión de la je y del testimonio que se esté dando. Y no carece de sen­ tido la pregunta final de este punto: si hemos empobrecido la evan- gelización a alguno solo de los aspectos, siendo así que abarca y debe abarcar todo aquello que promueve la fe 2<s. La p red icación del Evangelio Ocupa el lugar central de la evangelización según muchas res­ puestas de las Conferencias Episcopales; por la predicación se muestra el plan salvífico de Dios y se suscita la fe, fundamento y ‘ raíz de toda justificación. Ahora bien: ¿cuál es el concepto de fe que se lee en estas respuestas de las Iglesias locales, reflejadas en el «Instrumento de trabajo»? Una fe por la que el hombre se da totalmente a Dios y ordena su vida, su convivencia y sus estruc­ turas según Dios: una fe que afecta a toda la existencia humana. Hacia esto se dirige el dinamismo de la predicación evangélica 27. El ministro del Evangelio está subordinado a éste, es servidor del Evangelio, de Dios y de los hombres: es antes discípulo que maestro. Para prestar este servicio tiene que estar atento a lo que Cristo mandó, a lo que el Espíritu Santo desde Cristo nos di­ ce; así lo que él mismo oye y lo observa, lo expone en voz alta y lo propone como algo que hay que creer a Dios, no precisamente al que predica y evangeliza 28. Pero no se puede exponer el Evangelio sin diálogo y conoci­ miento de los hombres, sus problemas, su ambiente concreto; y es que el Evangelio debe enfocar las costumbres, el sentido de la vida y de la convivencia humana. Desarrollando nuevamente la pregunta ¿quiénes evangelizan? Se responde claramente: todos los miembros de la Iglesia: Obispos, presbíteros, seglares. Pero esta predicación no es auténtica si no concuerda fundamentalmente con la doctrina apostólica en comu­ nión con los Obispos29. Que la predicación es p rin c ip a l m isión de la Iglesia aparece bien a las claras de principio a fin (principale munus); en efecto, el mismo Cristo la prefirió sobre toda otra actividad, diciendo que estaba enviado para e sto 30 afirmando lo mismo en la oración sacer- 26. Ib., n. 26: «praedicatio Verbi, testimonium vitae, et administratio sacramen- torum». 27. «De praedicatione evangelii»: «locum centralem occupat» (ib., n. 27). «Fides... totam existentiam hominis afficiat» (ib). 28. Ib., n. 28. 29. Ib., n. 29. 30. Le 4, 43.

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