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EL SINODO DE LA EVANGELIZACION. 53 quien hable en vosotros» (Mt 10, 19-20), para que el Espíritu Santo hable en todo momento lo que hay que decir (Le 12, 11-12). No habría que perder de vista, tanto en el orden doctrinal como pastoral, la reflexión que después de esta teología bíblica se nos ofrece en torno a la noción exacta de evangelización: el Evangelio no es precisamente un libro, ni es sólo una doctrina, o una ley; sino conocimiento de la novedad inaudita y definitiva que proviene de la Persona de Cristo23. Para que la salvación no se entienda sólo de una manera tras­ cendente en el más allá, para que se recalque su influjo y resonan­ cia en el más acá, el «Instrumento de trabajo» refleja toda una serie de afirmaciones lapidarias a este respecto: por Cristo se renueva el mundo; se da sentido a la historia humana; para ello se nos da el Espíritu Santo y el acceso filial al Padre; se nos dan fuerzas para vivir rectamente; amar al Padre supone amar a los hermanos de la gran familia universal; incluso la muerte queda iluminada con la esperanza de la inmortalidad24. En el n. 24 se nos ofrecen tres rasgos fundamentales para la debida comprensión de la evangelización: su contenido: el Evan­ gelio de Jesucristo; sus formas de transmisión: siempre nuevas; su finalidad y destinatarios: que eche raíces en los corazones de todos los hombres y fructifique en buenas obras. La evangelización no se refiere tan sólo al binomio Palabra-fe; abarca también — en íntima relación mutua— la administración de los sacramentos y el testimonio de caridad. La evangelización tiene una dimensión eclesial: no es mera ta­ rea individual, sino que ha sido encomendada a la Iglesia, más aun, es la razón de ser de la misma, que debe expresar el Evangelio no sólo de Palabra, sino también y sobre todo con la propia vida y acción. También las estructuras eclesiales, todas ellas, deben estar al servicio del Evangelio. Se llama también la atención en torno a la integridad o fidelidad en la transmisión del Evangelio: que no hay que silenciar aspecto alguno del Evangelio25. No hacía falta recordarlo, pero es importante destacar que la evangelización es tarea de toda la Iglesia. Nos agrada el orden en que aparecen los constitutivos internos de la evangelización: predicación, testimonio, sacramentos. Y es que en esta crisis de Iglesia, los sacramentos tienen que ser expre- 23. Ib., n. 23. 24. Ib., n. 24. 25. Ib., n. 25: «et nullum aspcctum Evangelii silentio praetereant».

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