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36 GERMAN ZAMORA dad de ésta, sino de su compatibilidad con aquélla. Tal esquema aparece festoneado, en plan polémico, por el sentir de newtonia- nos, cartesianos, gasendistas, de F. Bacon, Locke, W o lff y Genovesi, es decir, por toda la pléyade de los modernos, cuyo sentir o desecha del todo (es el caso de las opiniones de Descartes, Locke y Wolff) o admite parcialmente. Son los mismos nombres que jalonarán el texto de Francisco de Villalpando, cuya actitud frente a ellos será, en general, diametralmente distinta. A pesar de esto, no es arbitra­ rio imaginar fuera él mismo uno de los principales impulsores del relevo de autores, pues el reemplazo de la obra de Dupasquier (1692) y de la de Charmes suponía un gran avance en el proceso de modernización, que coronaría la del propio Villalpando en Filoso­ fía. El nuevo autor permitía, por lo pronto, un contacto más próxi­ mo con la moderna, aunque fuera todavía desde la acera de enfren­ te. A través del Curso de Bolonia pudo Villalpando familiarizarse más y más con ella, con los «adversarios» de la peripatética, que desfilaban por sus páginas en calidad de tales. En la Provincia de Castilla iba levantando cabeza un grupo de intelectuales decididos a «promover los buenos estudios» — como se decía en el argot del régimen— y a desterrar «de las librerías a Torrecilla y otros de igual calibre» — como se repetía dentro de aquel exiguo grupo, in­ tegrado entre otras personalidades, por Isidoro de Fermoselle, Ino­ cencio de Matute y Juan de Villardondiego 62. En la primavera de 1774 expiró el septenio, y «se examinó y disolvió el Curso del R. P. Inocencio de Matute, que estaba en nues­ tro convento de El Pardo» — escribe el cronista— y con aquel acto el Maestro quedaba automáticamente convertido en Lector para el siguiente septenio. En junio del 1775 se celebraron las oposiciones para darle un sucesor en la «maestría». Los temas propuestos per­ tenecían, una vez más, al repertorio de aquellas cuestiones que el 62. AHS, Gracia y Justicia, leg. 644. Se trata de una carta de A. López Sánchez de Chaves a D. Manuel de Roda, de 29 de agosto de 1776. Para el Secretario de Gra­ cia y Justicia era el P. Fermoselle «el religioso más docto y ejemplar de esta Pro­ vincia», y J. de Villardondiego, «uno de los pocos que piensan bien». Cf. el cit. leg. de Simancas, y además, Melchor de Pobladura, Seminarios de misioneros y conven­ tos de perfecta vida común, en Collectanea franciscana 33 (1963) 42. Sobre Martín de Torrecilla, publicista feracísimo, que publicó, entre otros muchos escritos, un Cursus philosophicus, Matriti 1667, cf. la Enciclopedia filosófica italiana, t. IV , col. 333; Lexicón Capuccinum, col. 1.065. Del eclecticismo filosófico de Torrecilla leemos en la citada Enciclopedia: «in psicología é scotista e suareziano, nel método e nello stile é palese invece l’influsso nominalista, mentre la sua física é ancora fortemente legata alia problemática aristotélica». Su obra se mantuvo como libro de texto bastante tiempo entre los capuchinos castellanos, pero no llegó a la época que nos ocupa, a pesar de la despectiva alusión de sus contrarios.

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