PS_NyG_1975v022n001p0003_0041

F . D E V IL L A L P A N D O , P R O T A G O N IS T A . 33 y ocupaba un puesto de relieve su tío Juan Antonio de Abastas, ahora canónigo de la iglesia catedral; y los viejos catedráticos, y algunos condiscípu los, que eran ya quizás, com o él, profesores. El convento de los Capuchinos hallábase en las afueras de la ciudad, en terrenos ocupados actualmente por la estación de ferro­ carril de Campo Grande. Allí transcurrieron el segundo y el tercer año de su magisterio filosófico, finalizado con los exámenes de ju lio de 1770, acerca de los cuales el cronista oficial se muestra tan parco com o había sido respecto de los primeros: «En este mes — cons­ tata— se examinó en Valladolid de la Filosofía al Curso del R. P. Inocencio de Matute; y todos quedaron aprobados». P oco sabemos de su actividad extra-docente en ese bienio, pero en él hay que situar probablemente el panegírico de su santo pa­ trón, san Francisco Javier, que predicó en el Colegio de Ingleses, o de San Albano, de aquella ciudad, y a través del cual fustiga inci­ dentalmente los defectos de la oratoria sagrada en uso: «Rehusamos predicar — decía— a los idiotas e ignorantes, que­ dando descontentos siempre que nuestro auditorio n o se compone de gente culta e instruida, que sepa graduar el mérito del orador, penetre lo bien form ado de la oración, el uso oportuno de las figu­ ras, la propiedad de las palabras, la armoniosa colocación y natura­ lidad de las frases y expresiones, vilipendiando y deshonrando el ministerio apostólico, y dando ocasión a que incurran en el mismo defecto los fieles; o cuando menos, que asistan a los sermones con el espíritu que pudieran a o ir y admirar una pieza teatral o de Aca­ demia. ¿Qué fruto puede esperarse de tal pred icación? Ninguno, por cierto, o cuando mucho, una pasajera complacencia, que a vuel­ ta de cabeza se desvanece y olvida. No sucedió así al Apóstol de las Indias Xavier» Pero el tema de Fray Francisco Javier de Villalpando, com o re­ form ador de la oratoria sacra, merece un estudio aparte. En octubre de 1770 daba comienzo el cuatrienio teológico de cuya dirección era corresponsable nuestro protagonista. El decreto que ordenara explicar la Filosofía de Dupasquier, señalaba también nuevos autores para dictar la Teología y sustituir el Cu rsu s theola- g icus de G. de Breisach. Al franciscano conventual lo acompañarían dos autores capuchinos: Bernardo de Bononia para la Teología es­ peculativa y Tomás de Charmes (1703-1765) para la moral. Este au­ tor dio a luz una Th eolog ia un iversa (1751) que se mantendría com o 56. Ensayo de oraciones sagradas..., I I , 71-72. 3

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz