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30 GERMAN ZAMORA Química modernas. Como escribirá dos lustros más tarde, exhor­ tando al cultivo de tales ciencias en el epílogo de su Curso filosó­ fico impreso, era menester suplir la falta de medios técnicos en casa para la investigación de la naturaleza, frecuentando los que había en otras partes, com o en los Reales Estudios, aplicándose más intensamente a los buenos libros y consultando a los especia- litas en la materia, «sicut ego pluries fecisse publice obtestor, eos- dem in quamplurimis interrogans» 50. Hasta el fin de su vida per­ manecerá fiel a esa fórmula para completar o mantener al día su formación científica, pasando, cuando la pensión estatal se lo per­ mitiera, a la adquisición personal de maquinaria para verificar él mismo experimentos. Por el momento, tenía que preocuparse, ante todo, de cumplir bien con la encomienda pedagógica recibida, que en el aquel primer año de su magisterio se centraba en la enseñanza a fondo del latín —el Lector se reservaba la explicación de la Lógica— y de la Retó­ rica. Que él dominara ambos campos, lo demuestra el estilo de los cuatro tomos de su Filosofía. Algunos críticos lo tacharían de de­ masiado difícil para los jóvenes, lo cual era cierto; otros, de des­ igual, y esta observación no es errónea tampoco; pero es innegable que dominaba el idioma en cualquier sentido, aunque su latín no era tan terso y translúcido com o el lenguaje de sus oraciones sa­ gradas en castellano, prefiriendo para aquél el párrafo largo y el bosque de incisos a veces, cuya maraña podía dificultar la captación de las ideas a quienes no estaban muy avezados o a su forma o a su contenido. Según propia confesión, nada anheló tanto com o el adelanta­ miento de los jóvenes en el estudio a base de un buen m é to d o , afán, por otro lado, tan de moda, que provocó la polém ica nacional entre metodistas y antimetodistas. Cuál fuera ese método ideal seguido por él al enseñar una lengua antigua y muerta, se desconoce, y en tod o caso parece no haberle preocupado tanto com o el que había de aplicarse a la Filosofía. El estado de la enseñanza superior en los centros de su Orden le arrancaba lágrimas, un tanto hiperbólicas sin duda, por verlos convertidos en fábula y ludibrio. Aunque haya exageración en sus lamentos, había también un fondo realista en la pintura cruel que esbozó de aquella situación; recuérdese, com o muestra, el temario ya descrito de las oposiciones. Asegura Villalpando que alumnos y 50. Philosophia ad usum Scholae FF. Minorum S. Francisci Capuccin. utríusque Provinciae Castellae accommodata, III, 441.

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