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26 GERMAN ZAMORA remozada ba jo las Luces... El lector y el vice-lector que le cupie­ ron en suerte al joven Villalpando lo animarían después, con todo ahínco, a romper con la tradición escolástica y reformar la ense­ ñanza de la Filosofía y de la Teología. Según el Plan vigente del P rovidu s qu isqu e, ésta debía estar en la misma línea doctrinal que aquélla, iniciarse por el estudio de unos prolegómenos, continuar con el de la Moral y elocuencia sa­ grada, y finalizar con el de la Dogmática 44. Entre los Capuchinos debería ser, por tanto, una Teología bonaventuriana, o, en su de­ fecto, escotista: pero, en la práctica, era ecléctica. Un rasgo notable de la pedagogía usual, dentro y fuera de las Universidades, ligaba al profesor y sus alumnos todo el tiempo que durara el aprendizaje de una misma disciplina e incluso de una serie de ellas: el alumno no salía de la mano del profesor — com o se decía— hasta graduarse en aquélla. Entre los Capuchinos y otras Ordenes duraban en su cargo el Lector y su sustituto el septenio que los discípulos empleaban para hacer la carrera completa de los estudios eclesiásticos superiores, acompañándolos, en consecuencia, cuando mudaban de residencia, lo que solía ocurrir cada tres años. En la Provincia de Castilla los cursos no eran muy numerosos, por hallarse los estudiantes distribuidos en varios grupos a la vez, con sus correspondientes Lectores y Maestros. Sedes de estudios solían ser Madrid, Toledo, El Pardo, Segovia y Valladolid, donde había conventos amplios. Francisco de Villalpando pertenecía a un grupo de trece condiscípulos, entre los que era verosímilmente el benja­ mín en edad y el primero en saberes. En la semana de Pasión de 1762 recib ió en Madrid las Ordenes menores, y en octubre del mismo año fue trasladado a El Pardo el curso de que formaba parte: desde esa fecha quedaría vinculado al Real Sitio con particular querencia. Allí se ordenaba «de epísto­ la» dos meses más tarde, y «de evangelio» en febrero del siguiente año. Por último, la unción sacerdotal le fue conferida en el m ismo convento del famoso Cristo de Gregorio Hernández un día de di­ ciembre de 1763. A El Pardo volverá posteriormente com o profesor o com o predicador; de su actividad apostólica en el «Real Sitio» o en el «Real Convento» de El Pardo se conservan más sermones que de otro cualquier púlpito 45. 44. M elchor de P obladura , Litterae circulares..., I. c., 258: «Patres lectores theo- Iogiae novum cursum incipientes conformcm philosophiae sententiam sequantur», etcétera. 45. Viridario, ff. 380, 382, 383 y 390. F rancisco de V illalpando , Ensayo de orado-

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