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F . D E V IL L A L P A N D O , P R O T A G O N IS T A . 23 extendía aún sus tentáculos por todos los estratos de la sociedad española y de m odo muy especial dentro de las castas nobiliaria y clerical, obligaban a esta extraña criba de linajes y profesiones, para alejar a cuantos pudieran empañar la «honra» de la institu­ ción. Sólo tras esos procedim ientos secretos recibían los aspirantes el espaldarazo, temporal todavía, de la admisión a los votos. El caballerito de Gordoncillo que, a usanza de la antigua an­ dante caballería, cambiara ese humilde apodo por otro de mayor lustre, no contaba ni en su genealogía ni en los oficios desempeña­ dos el menor lunar de aquella índole. Si algo bullía en sus venas con exceso era el sentido de la propia dignidad. «V. Ex.a conoce — le escribirá muchos años después al Conde de Floridablanca— que por la conciencia y por el honor se debe sacrificar t o d o » 37. Este sentir, expresado solemnemente ante un Ministro de Estado en oca ­ sión de peligro para aquel honor, no fue un alarde fugaz, sino la espontánea manifestación de una tabla de valores, sorprendente­ mente muy compatible con la humildad y sencillez franciscanas proverbiales. Concluido el noviciado, al nuevo m iembro de la Orden se lo destinaba a cursar la carrera eclesiástica dentro de la misma, si su meta era el sacerdocio. Los estudios duraban un septenio, invirtién- dose tres años en el de la filosofía y cuatro en el de la teología. Los Capuchinos se atenían, a la sazón, al Plan de Estudios re­ cién trazado (1757) en Roma por el Gobierno General de la Orden, documento que marca, en ju icio de un historiador, «una data his­ tórica en el movim iento científico» de aquélla38. Este decreto man­ daba enseñar, en el primer año del currículum filosófico, la Lógica, el latín y la retórica (la Provincia de Castilla, a la que Fray Fran­ cisco de Villalpando pertenecía, interpretó la cláusula sobre el latín aplicándola más que a los rudimentos de las declinaciones, con ju ­ gaciones, géneros y pretéritos, «que casi todos sobran», a! «saber deducir con propiedad de términos del Latín en Vulgar y del Vul­ gar en Latín» 39); el segundo año debían estudiarse los ocho libros de la Física aristotélica, con los elementos de Geometría necesarios 37. AHS, Gracia y Justicia, leg. 644 (carta del 29 de septiembre de 1785). 38. M elchor de P obladura , Los Frailes Menores Capuchinos de Castilla. Bosquejo histórico, Madrid 1946, 182. Nos referimos al decreto Providus quisque, del 6 de octubre de 1757, promulgado por el General de la Orden Serafín de Ziegenhals; véase su publicación por M elchor de P obladura , Litterae circulares Superiorum Gc- neralium Ordinis Fratrum Minorum Cappuccinorum (1548-180}), Romae 1960, 253-265. Su traducción al español puede verse en A ndrés de P alazuelo , Vitalidad seráfica I, Madrid 1931, 347-267. 39. Andrés de Palazuelo, o . c ., 269-270.

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