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F . D E V IL L A L P A N D O , P R O T A G O N IS T A . 15 La rémora de ambos factores aparece delatada una y otra vez al Consejo de Castilla por los censores de las oposiciones a cáte­ dras. Salamanca se quejaba, en 1777, por boca de uno de ellos, de los males provenientes de tal situación: «Casi los más de los opositores se hallan con la calidad de muy jóvenes, por lo que les falta autoridad, circunspección y gravedad, tan necesarias para la enseñanza de estas cátedras, que lo es aún más que para la de otras clases por ser n i ñ o s los que asisten a ellas, a los que, no te­ niendo en estos Estudios lugar el castigo, sólo puede servir de freno la autoridad del maetro» M. Sólo ciertas individualidades de precoz interés por lo filosófico podían beneficiarse de aquel sistema y sacar partido del temprano estudio de las Artes — beneficio no siempre desinteresado— . Así, vemos recomendado al bachiller Antonio Ruiz Hernández, «que desde niño ha estudiado el Ja cqu ier»21 para una cátedra de Artes en Salamanca el año 1781; o al niño prod igio Antolín de Villafáñez, acerca del cual se escribía a D. Manuel de Roda en mayo de 1776: «Mi neo-filósofo Antolín convida a Vm. desde hoy para que auto­ rice, com o suele, la defensa que ha de hacer de toda la Lógica y Metafísica de Verney, que sabe ya a la uña. Aseguro a Vm. que este niño m agnum aliquid in litteris p o r ten d e r e visu s e s t » 22. Ambos testimonios responden a una época tardía, en que se iba abriendo paso la Filosofía moderna, en parte por la acción de nuestro biografiado; pero cuando éste cursó la Filosofía por pri­ mera vez (hacia 1753) imperaba en Castilla el aristotelismo, inter­ pretado según el gusto de las varias tendencias escolásticas. Su conocim iento era indispensable para acceder a las Facultades Ma­ yores, com o Teología o Medicina. 20. AHS, Gracia y Justicia, leg. 945. Testimonio del Matro. José de la Oliva (7 de marzo de 1777). No era menos explícito sobre el particular el rector de aquella Uni­ versidad, reacio a admitir bachilleres, por considerar que «siendo, como es, total­ mente necesario para al aprovechamiento de los discípulos el respeto y obediencia a los Maestros, y no pudiendo conseguirse esto de los que asisten a las lecciones de las cátedras de Artes por ser la mayor parte de ellos muy jóvenes, y aun se puede decir niños...», los simples bachilleres no lo conseguirían. 21. AHN, Consejos, leg. 5.463, n. 29. 22. Ib., leg. 948. Carta de D. Manuel de Villafañe, del 11 de mayo de 1776. E l hijo del primer Director de los Reales Estudios de San Isidro fue pronto nombrado miembro de la Academia de Santa Bárbara, ante la que leía una «Diser­ tación sobre los consulados de España» (hoy en la Biblioteca Pública de Toledo, ms. 460) en marzo de 1783; obtuvo una plaza de «Joven de lenguas» en la Corte de Viena en 1785, recibiría otra de oficial en la primera Secretaría de Estado en 1791 y en ella ascendería hasta el rango de oficial mayor menos antiguo; como a tal, Godoy le encomendaría la redacción del Tratado con los Estados Unidos, firmado con su plenipotenciario Mr. Pickney a finales de siglo (AHN, Estado, leg. 3.436, n. 8 ).

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