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E. RIVERA DE VENTOSA 4 4 3 E. S auras reflexionó sobre cómo la Encarnación eleva a todos los hombres y a cada uno en particular y cómo de esa elevación se derivan un conjunto de dones sobrenaturales para el hombre. De aquí dimanan consecuencias doctrinales y pastorales que deben ac­ tuarse en la vida de la Iglesia. Esta vida de la Iglesia es iluminada por la teología eclesial, la cual utiliza metáforas que expresan una verdad parcial, nunca una verdad plena reservada al definitivo en­ cuentro con Dios. I. Mancini expuso una confrontación entre la epistemología teo­ lógica de Tomás de Aquino y la de K. Barth. Juzgó imprescindible reconocer un “ m ín im um ” de racionalidad teológica al utilizar aque­ llas palabras con las que se califica a Dios y tratan de expresar las relaciones de Dios con los hombres. Pero es necesario que los sím­ bolos sean vivificados por un acto de fe, pues sólo desde la fe es po­ sible hablar de un conocimiento verdadero y motivado. N. Petruzzellis prospectó el tema de la salvación desde la vertiente de la filosofía de la historia. En este saber la teología natural da su aportación en cuanto muestra al hombre siempre camino de Dios en un itinerario hacia la salvación mediante las aventuras finitas en su condición de terrenas, humanas y sociales. El tercer tema general del Congreso versó sobre el obrar moral. I. Congar centró su pensamiento en este texto de Santo Tomás: “L ex nova non solum est Christi sed etiam Spiritus Sancti” . Por este tex­ to quiso hacer ver que el obrar cristiano debe hallarse movido por la acción íntima del espíritu que es siempre espíritu de libertad. De tal suerte que Santo Tomás nos ofrece una ética del uso de la libertad personal bajo la guía de la gracia. En conjunción con esto quiso mostrar cómo Santo Tomás considera la neumatología como una di­ mensión eclesiológica que precisa de una antropología correspon­ diente. Desde esta postura criticó el juridicismo, ya que el fin de la ley dentro de la Iglesia es siempre la caridad. J. Pieper valoró el significado de la creación en cuanto realizada por Dios según un plan o modelo. Es esto lo que da fundamento a la inteligibilidad de la cosa: Omne en s e st verum . Ve en este principio el único camino para hacer inteligible la “ incomp ren sible” cognosci­ bilidad de la naturaleza, como afirma A. Einstein. Por tanto, ante la contingencia humana innegable, no hay más alternativa que verla pendiente de Dios o aceptarla como un absurdo.

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