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•142 CONGRESO INTERNACIONAL. en el que es imposible concebir una teología que rehuya la aportación de la cultura actual y que se niegue a la confrontación con la misma. La primera sesión general desarrolló el tema: Tomás de Aquino en la historia del pensam ien to. F. van Steenberghen quiso hacer ver que de la asimilación de Aris­ tóteles por Santo Tomás y de su lucha contra el movimiento n e o -p a ­ gano del averroísmo latino surge, no un aristotelismo cristiano, co­ mo suele afirmarse, sino una filosofía nueva. Es urgente en el día de hoy volverla a retomar, aunque siempre de un modo crítico. C. Fabro encaró su visión de la ontología tomista con la de Hei­ degger, al que acusa de haber desconocido el profundo sentido de la expresión esse en tis y de haber entendido el esse tomístico desde la desviación escolástica que lo llegó a confundir con la mera existen­ cia. O- N. Derisi, obispo y rector de la universidad católica de Bue­ nos Aires se dirigió contra el irracionalismo de nuestro tiempo, con­ traponiendo el inmanentismo subjetivista de nuestros días al in te - lectualismo tom ista. Este intelectualismo es el único que posibilita el acceso a la verdad trascendente, y es, al mismo tiempo, la única m e ­ diación que tiene el hombre para salir del inmanentismo irracional y absurdo. A. Dondeyne hizo ver que el mismo ser esencial del hombre se abre al m isterio. De donde la necesidad de un diálogo entre fe y ra­ zón, que haga patente hasta dónde el discurso racional nos puede desvelar el misterio de Dios. Recordó en este momento a Santo To­ más, quien vincula en función de esta tensión entre fe y razón la filosofía y la teología. Hoy debe traducirse este intento en una res­ puesta a interrogantes que desvelan la situación existencial del h om ­ bre moderno. * * * El segundo tem a general del Congreso estuvo centrado en la econom ía de salvación. P. B enoît estudió esta economía en el mensaje de la Biblia. No debe pensarse que en cada libro de la misma se nos da todo su men­ saje, sino que hay que verla toda ella como un sólo libro cuyos capí­ tulos se van redactando por los autores sagrados a lo largo de los siglos, bajo la acción del Espíritu Santo. Sólo al final de la lectura se puede entender plenamente un libro. De la misma manera, sólo al final de la Biblia queda clarificado todo el plan salvífico de la gran economía divina.

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