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MANUEL DIAZ ALVAREZ 4 1 1 lam en te evangélico, deben d en u n c ia r sin pelos en la lengua cuan to h a y a de soborno, po litiquería, peculado e in te ré s personal. “P a r a esto es nece sario que se in se rten en la rea lid ad h istó ric a con sus riquezas y sus deficiencias. V iv ir con el pueblo, se n tir y co­ m u lga r con sus angu stia s y a sp iracion es, promoverlo p a ra que salga de su e stan cam ien to , es exigencia fu n d am en ta l p a ra un a pasto ra l eficiente. V iv ir en medio de los b a rrio s hum ild e s y ayud a r a l de sa rro ­ llo de sus h ab itan te s, a su c rea tiv id ad , a su poder de decisión y de conqu ista, es uno de los m ás bellos llam am ien to s que el E s p íritu S a n to hace a los religiosos. L a m á s au té n tica id en tifica ción con C r is ­ to pobre y pacien te es la m ás eviden te reve lación de la g lo ria del P ad re , y a que, “ la g lo ria de D ios es el hombre vivo” (S a n Ireneo ). V i­ v ir con el pueblo es cond ición fu n d am en ta l de v erdade ra so lidarid ad en la s re iv ind ica cion e s y en la s lu ch a s ind ispen sab le s p a ra s a lir del subde sa rro llo ” *, E sto im p lic a p a ra toda la Ig le sia la tin o am e ric a n a un éxodo de la ab u n d an c ia a la escasez y de u n a ven cind ad acomodada a o tra m isé rrim a . A ho ra b ien es d ifíc il que un sacerdote conscien te de sus ob ligaciones pueda com enzar a v iv ir en u n a “fa v e lla ”, “ra n ch o ” o “ v illa m ise ria ”, sin que de a lgun a m a n e ra haga se n tir su voz en de­ m and a de ju s tic ia e in c lu so adopte un a po stu ra de c la ra rebeld ía y con trad icción co n tra el orden existente. ¿ E s t a r á en su derecho o se m ete rá en campos a jeno s a su m isió n ? E s te es un d ilem a que la pa sto ra l la tin o am e ric a n a tiene p lan teado , aunque cad a d ía se ab ren cau ce s nuevos y se ve con m ayo r benep lácito la p a rticip a ció n a c tiva de la Ig le sia en la po lítica , siem p re que no sea a tra v é s del p a rtid is­ mo. 1. El m e o llo d e la c risis No se tra ta , pues, de poner en cu a re n te n a n inguno de los dog­ m as, n i de a c la r a r lite ra lm en te el V ie jo y Nuevo Testam en to . Son esos a fa n e s cien tífico s de Eu rop a , donde la desigualdad so cia l no es n i mucho menos ta n p ronun ciad a . Se bu sca la fo rm a de ap lic a r la s p a rte s m ás crud a s de la sociología evangé lica a la rea lid ad del con ­ tinen te . S in embargo, es aqu í donde e strib a la c risis, sobre todo en n a ­ 4. C l a r (Conf. Lat. de Reí.), Vida religiosa y desarrollo latinoame­ ricano (Bogotá 1970-72) 29.

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