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MANUEL DIAZ ALVAREZ 431 Colombia es en América Latina el punto de confluencia de todas las nuevas y bien pensadas ideas teológico-pastorales. No creemos necesario hacer referencia a Cuba por estar los lec­ tores bien enterados de su situación. No obstante, es conveniente saber que en la jornada en honor a Cam ilo Torres, celebrada en La Habana el 15 de febrero de 1971, se d ijo : “ Creemos que el cristia­ nismo de Cristo es revolucionario y que la conmoción revolucionaria que transform a al mundo de hoy es producto de la sem illa de trans­ formaciones radicales que sembró el nazareno crucificado hace 20 siglos... La revolución, según decía el hom enajeado, es un imperati­ vo cristiano, porque ya es hora de definirnos como cristianos ante el fenóm eno socio-económ ico y político de la Revolución cubana y de­ clararnos públicamente, consecuentes con el Evangelio, que nos identificamos con nuestra revolución socialista por razón de nues­ tra fe en Cristo” 5. Chile. Mons. Larraín fue quien ya desde 1962 introdujo una forma nue­ va de analizar las cuestiones sociales y económicas de la nación, desde el Evangelio y el hombre. Pero el actual régimen imperante ha obligado a la m isma Iglesia a definir bien sus puntos de vista. Sabemos que la crisis de 1969, con un previsible golpe m ilitar, hizo reaccionar a la Conferencia del siguiente modo: “No deseamos meternos en la política partidista de nuestro país. Tampoco estamos defendiendo o atacando una determ inada políti­ ca. No es ésta nuestra misión. Hemos insistido muchas veces en que el cristiano es libre para optar por diversas alternativas políticas que busquen la realización del bien común en el respeto del hombre y sus derechos” **. En junio de 1970 Mons. José María Santos reconoce que los re­ querimientos de los campesinos serán siempre apoyados. “Los obis­ pos de Chile, dice, pensamos que Cristo m ira nuestra estructura so - cio-económ ica y su juicio es severo, ya que él no puede bendecir una estructura capitalista que va contra la dignidad de la persona hu ­ 53. I d ., n. 240 (diciembre 7/71). 54. Boletín arquidiocesano de Santiago de Chile (mayo 1971) n. 380, 2 2 0 .

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