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MANUEL DIAZ ALVAREZ 4 2 7 mos comprender una fe que no tome cuerpo en una historia de la li­ beración”*3. Estas aclaraciones y el ritmo que va tomando el clero en Bolivia obligan a Mons. López Lam a y al mismo Cardenal Maurer a invitar a la Iglesia a desposeerse de sus riquezas y privilegios y a denunciar abiertamente toda clase de injusticias. Lo m ismo hace el MOAC (Movim iento Obrero Católico) y más tarde la Conferencia Episcopal. C iertamente, la Iglesia boliviana ha sido la más carismàtica de América latina, tal vez por estar en medio del m ás pobre de los paí­ ses del continente. Ella ha sido y sigue siendo agente muy activo del cambio. 3. Brasil. Con un potencial hum ano sumamente valioso y unas riquezas incontables, Brasil es la nación más poderosa de América Latina y también el más preclaro retrato de la in justicia social. Todo el mun ­ do es consciente de los en fren tam ientos cotidianos existentes entre la Iglesia y la autoridad civil en esta extensa nación. En agosto de 1968 son trescientos los sacerdotes que piden a los obispos que les perm itan proclamar el evangelio sin concesiones, aunque para ello tengan que en frentarse al status. “ Consideramos un derecho nuestro y un deber denunciar como señales de mal y de pecado la injusticia salarial, la privación del pan de cada día, la ex­ plotación del pueblo y de la nación, la opresión de la libertad. Sobre esto no nos hemos pronunciado muchas veces porque la mayoría lo considera una actitud política. Pero el gusto profètico de Cristo, de fidelidad a la verdad no supone una inevitable implicación políti­ ca ” “ . En 1969 las autoridades encarcelan al P. Bonfim , capuchino, por “un sermón subversivo”. Todas las iglesias de Fortaleza protestan enérgicamente y el día de Pentecostés no se abren los templos. Con ­ sideran todos que “ callar ante la opresión y la violencia es una de­ plorable om isión” 45” . En agosto del m ismo año se somete a un proceso m ilitar al obis­ 43. I d ., n. 185 (enero 20/71). 44. Iglesia latinoamericana: ¿protesta o profecía? 190. 45. Ibid., 194.

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