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M IGUEL NICOLAU 363 El oficio litúrgico de Jesús es tanto mejor que el de Moisés y el de la antigua alianza, cuanto que la nueva alianza está fundada sobre mejores promesas ( 8 , 6 ) u. No vamos a entrar en la descripción del culto y del santuario terrenos de la antigua alianza, en lo cual se detiene Heb (9,1-5). Tampoco en las funciones de culto que en la primera estancia del santuario realizaban todos los días los sacerdotes; mientras que en la segunda estancia una vez al año, entraba sólo el Pontífice, no sin sangre que ofreciera por las ignorancias suyas y por las del pueblo (9,6s). Era un símbolo para el tiempo actual; y, según este símbolo, se ofrecían dones y sacrificios que no podían perfeccio­ nar en su conciencia al que daba culto, prescripciones carnales so­ lamente sobre comidas y bebidas y diferentes abluciones, impues­ tas hasta el tiempo de la reformación (9,9s); esto es, hasta que so­ brevino Cristo, Pontífice de los bienes futuros. El autor de Heb se complace en describir minuciosamente la entrada de Cristo en un tabernáculo mejor y más perfecto 16 y cómo, “ no por sangre de machos cabríos ni de novillos, sino por su pro­ pia sangre entró una vez por todas en el santuario, ganada eterna redención” (9,12). “ La sangre de Cristo, que por espíritu eternal se ha ofrecido a sí mismo inmaculado a Dios, purificará de las obrasmuertas nuestra conciencia para servir al Dios viviente” (9,14). Notemos aquí que, según Heb, precisamente por este sacrificio en su sangre Jesucristo es Mediador de una Nueva Alianza. “Y por esto es mediador de un nuevo Testamento — dice— para ad Héb., en Verbum Domini 1 (1921) 161-166; J. T rin id ad , De sacerdotio Christi in epist. ad Heb., Ibid. 19 (1939) 180-186. 207-212; H. M . Esteve, De caelesti mediatione secerdotali Christi secundum Heb1. 8 , 3-4 (M a tr iti 1949); J. Lécuyer, Le sacerdoce céleste du Christ selon Chrysostome, en NouvRevTh 82 (1950) 561-579; P. Teodorico, II sacerdozio celeste di Chris- to nella lettera agli Ebrei, en Gregorianum 39 (1958) 319-334. 15. “Porque ésta es la alian za que yo p actaré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor; ’Dándoles m is leyes p a ra el en ten ­ d im ien to , tam b ién las escribiré en sus corazones, y yo seré p a ra ellos Dios y ellos serán p a ra m í un pueblo’. Y no enseñará cada uno a su conciuda­ dano n i cada uno a su herm ano, diciendo: ’ ¡Conoce al Seño r!’. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al m ayo r de ellos. Porque seré p ro ­ picio con sus iniquidades y de sus pecado no me acordaré más” ... (Heb. 8 , 10-13). 16. No nos detendremos en m encionar las diferentes opiniones so­ bre la n a tu ra le za de este “tabernácu lo ” . C f. Comentario a la carta a los Hdbreos (9 ,1 1 ); La Sagrada Escritura. N. T. (BAC ) t. 3. 106.

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