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362 LA TRIPLE FUNCION SACERDOTAL EN EL N . T. 5.°) Difícilmente se hará un resumen tan atractivo de las cua­ lidades de este Pontífice, como el que ofrece Heb 7,26: “Tal Pon­ tífice nos convenía: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y más excelso que los cielos” . La imagen sacerdotal de este Pontífice es, por consiguiente, — lo volveremos a repetir resumiendo— de una gran elevación en su dignidad personal. Es el “gran Pontífice” (dpytspsú; ¡«.s-,-«;). Se tra­ ta de un ser superior a Abrahán y a Moisés, los grandes Patriarcas del judaismo; es el Hijo de Dios. Y esta dignidad le hace aptísimo para ser mediador ante Dios en favor de los hombres. Este oficio de “ mediador” es el que parece puesto de relieve en el sacerdocio descrito en esta Carta. Porque el Pontífice, tomado de entre los hombres, “ se consti­ tuye en favor de los hombres” (5,1); pero excita la confianza, por­ que sabe compadecerse de los ignorante y desviados (5,2); ora e intercede por los hombres (5,7ss; 7,25). 6 . ’) Por lo que toca al oficio sacerdotal desempeñado por Cris­ to, el oficio principal que ejercita Cristo como sacerdote, a juzgar por la extensión y por el comentario que le dedica el autor de Heb, es el sacrificio. No ha faltado la mención de él al definir lo que es el Pontífice: que se constituye en favor de los hombres “para ofrecer dones y sacrificios por los pecados” (Heb 5,1). También se ha dicho que Cristo ofreció por los pecados del pueblo "ofreciéndose a sí mismo («vcvé'fxa;: (Heb 7,27), una expresión sacrificial que literalmente significa “ hacer subir” , poner sobre el altar. Y él subió sobre el al­ tar que era la cruz. Si antes no han faltado menciones de ese sa­ crificio, desde el capítulo 8 hasta el capítulo 10 (8,9-10, 18), el pensa­ miento gira todo él en torno al sacrificio cruento y único con que ha sellado la nueva Alianza Jesucristo sacerdote. “ Porque todo Pontífice — vuelve a repetirse (8,3)— está pues­ to para ofrecer dones y sacrificios; de donde la necesidad de tener algo que ofrecer”. Por esto Jesús, sentado a la diestra del trono de la majestad en los cielos, liturgo del santuario y del tabernáculo verdadero ( 8 , 1 s), ejerce también en el cielo su secerdocio1*. 14. Es copiosa la b ib lio g ra fía sobre el sacerdocio de C risto en los cie­ los. Recuérdese J. M . Bover, De oblatione Christi caelesti secundum epist.

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