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338 SIGNIFICADO DE LOS NOMBRES DE DIOS EN EL CORPUS DIONYSIACUM Hijo, en cambio, se dan los monemas: ’I tjoouq , Vio;, Aó-foc, Xp'.ox-J;. Dentro de CH y EH, el Padre es principio original de la luz (dp/ícp.u -ov 7 caxr¡p), según se nos dice por el Apóstol Santiago (1,17). Al Padre pertenece nuestra conversión y congregación en la unidad 3*. La naciente Iglesia va a Jerusalén, para esperar la “ promesa del Padre” y los discípulos de Jesús saben que quien le ama, será “amado del Padre” 35. Y, aún más, el poder de perdo­ nar los pecados es concedido por Cristo que “ había aprendido del Padre: cuanto atares en la tierra...” 35. En estos tratados también se nos presentan ciertas relaciones entre el Padre y las otras dos Personas divinas. Así, en CH es el Padre quien dispone la sumisión de Jesús a los ángeles en su en­ carnación humana y quien dirige su vida y de quien aprende Jesús todo lo que ha de anunciar a los hombres37. Ideas que se repiten en EH y también en DN. Jesús, para la salvación del género huma­ no, según testimonio de la Sagrada Escritura, cumplió el beneplá­ cito del Padre y del Espíritu Santo38. Además, en DN se sistematiza con mayor concretez la especu­ lación teológica en torno al Padre. Dejando a un lado las citas evan­ gélicas que le atribuyen la vivificación y resurrección de los muer­ tos, es importante constatar los siguientes puntos doctrinales: 1. Al Padre le competen atributos comunes al Hijo y al Espí­ ritu Santo, pero en cuanto Dios. 2. Se dan atributos que incluyen el nomen y la res propios al Padre que no son comunes al Hijo ni al Espíritu Santo. 3. Repite, como recibida de la Revelación, la expresión de tradición larga en el pensamiento teológico: “ En la Super- sustancial Divinidad sólo el Padre es fuente, no siendo el Hijo, Padre; ni el Padre, Hijo, de modo que a cada Persona le competen alabanzas propias y sagradas” 39. La segunda Hipóstasis presenta dimensiones varias, según la di­ versidad de nombres que recibe. Por un lado, con los nombres de ’ Ir¡ao6; y Xptoxó; se nos presenta la Encarnación y la obra re­ dentora con toda la problemática que comporta y que cae fuera de nuestra investigación. El nombre que más directamente enlaza con el misterio trinitario es el de Aó-fo;, que revela la filiación de la segunda Hipóstasis respecto de la primera. Al A 070 ; se atribuye el descender a nuestra condición humana tomando carne, entrando

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