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VICENTE MUÑIZ 337 ad intra que comprenderían los atributos que competen a cada Per­ sona o Hipóstasis divina y que no pueden reciprocarse entre Ellas30. Tales distinciones son uniones por identidad con la naturaleza se­ cretísima de Dios. Ahora bien, el camino apofático o de las negaciones es supe­ rior al de las afirmaciones, pero sólo en el nivel de las distinciones manifestadoras ad extra de la apyja. Más arriba de aquí, el juego dialéctico dionisíaco se rige por la ley de la no-oposición de los contrarios. Así, del principio engendrador de las realidades divinas ( tó &so-(óvov), que está por encima del Uno mismo, se afirma que: “ le atribuimos a la vez el nombre de Unidad y Trinidad” 31. De esta forma, la Divinidad instala en el mismo nivel de su Transcendencia, en simultaneidad, la Unidad y la Trinidad que permanecen, por ello, como la Transcendencia misma, inaccesibles a todo conocimiento y a toda palabra. Algo inadmisible para los no cristianos. Especial­ mente, para los neoplatónicos en cuya especulación toda anagogía se somete al Uno. Unidad y Trinidad, así, ubicadas en el corazón mismo del mis­ terio del Dios oculto e incognoscible, son objeto de la vida cristia­ na. Meta que toda mística aspira conquistar vitalmente, a través de lo que una larga tradición medieval vertió bajo el nombre de “ doc­ ta ignorancia” 32. La razón enseña que cuanto se da en el efecto debe de algún modo preexistir en su causa. De aquí, que las Personas divinas go­ cen de todos los atributos que la vía apofática y catafática predica de la Divinidad. Andaduras más hondas, dentro del misterio trinita­ rio e, incluso, éste mismo, son fruto de la Revelación («xpó; xfiw íspwv Xo-fúuv»). Por la Revelación, recibimos que en “ la Divinidad, el Padre tiene razón de origen o principio. Jesús y el Espíritu Santo, si tal expresión se permite, son como gérmenes divinos o flores y lu­ ces que existen supersustancialmente” M. Esta explicitación del tema trinitario, procedente de la Revela­ ción, impone una exposición de lo que el CD atribuye a cada Per­ sona divina. Las Hipóstasis divinas. La primera y la tercera Hipóstasis son designadas en todo mo­ mento con los nombres n<rrí¡p y njieuiia, respectivamente. Para el

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