PS_NyG_1974v021n001p0221_0267

ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 261 íes valores. Y podemos subrayar que fueron los franciscanos, Alejan­ dro de Hales en París y la escuela de Oxford, quienes más decidi­ damente se acercaron a la obra de Aristóteles con espíritu de asi­ milación. San Buenaventura sigue en esto a sus maestros en sus numerosos escritos antes de ser elegido General, pero sin el me­ nor servilismo respecto del gran filósofo griego, a quien admira y utiliza, pero a quien impugna cuando no le juzga acertado, como en el tema de la eternidad del mundo87. Ante esta perspectiva histórica es falso que Alberto Magno y Tomás de Aquino hayan sido los primeros en entrar en el baluarte de la ciencia aristotélica para utilizarla al servicio de la ciencia cristiana. Su mérito se halla más bien en la labor metódica y eficaz con que han realizado la asimilación, iniciada ya por otros. Pero en todo caso, tanto los dominicos con más sujeción a la letra de Aris­ tóteles, como los franciscanos, más autónomos en su pensar, todos se hallan acordes en la conveniencia de utilizar los saberes de tan gran maestro. Las circunstancias cambian con la crisis de 1270. El llamado averroismo latino retoma las tesis más paganas de Aristóteles, con un rezumo naturalista radicalmente opuesto al sentido cristiano de la vida. Entonces tiene lugar una escisión clara entre las escuelas medievales ya formadas8. Y mientras Alberto y Tomás de Aquino defienden a Aristóteles y combaten a los averroístas, San Buena­ ventura, al frente de los franciscanos, combate al averroismo, pero igualmente a Aristóteles y a sus seguidores medievales, en cuanto dan base para una concepción filosófica opuesta a las mejores tra­ diciones del pensamiento cristiano. Lo primero que advertimos en la actuación de San Buenaven­ tura es su conciencia clara de! peligro de la hora, de lo que se ven­ 87. Esta a c titu d de san B uenaven tu ra es paten te, como lo hacen los estudios especializados: P . de M o n d r e c -a n e s , De imposibilítate aeter- nae mundi creaticinis ad m en tem S. Bonaventurae, en Collectanea frau ­ d s . 5 (1935) 529-570; F . P r e z io s o , De Aristotelis creationismo secundum S. Bonaventuram et secundum. S. Tliomam , Romae, 1942; A. da V in c a , L’a svetto filosofico dell’ aristotelismo di san Bonaventura, en Collecta­ nea francisc., 19 (1949) 5-44. 88 . Hemos tocado este tem a en nuestro estudio, Hacia una interpre­ tación de las grandes síntesis del pensam iento cristiano, en Salmanti- censis 18 (1971) 314-321. P a ra una h is to ria del problema, R . F. R o c h , The philosophy o f St. Bonaventure. A controversy, en Franciscan Studies 19 (1959) 209-226.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz