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2 54 SAN BUENAVENTURA DESDE DENTRO de responsabilidad. El responsable se siente insuficiente. Sólo un irresponsable se siente capaz de todo. El segundo estado mental es de aceptación resignada. La con­ ciencia de san Buenaventura se abre a otras conciencias. El Ca­ pítulo General y el mismo Sumo Pontífice, Alejandro IV, le piden asumir el cargo. El, resignadamente, lo acepta. Rehuirlo ante con­ ciencias tan autorizadas sólo puede hacerlo una conciencia irres­ ponsable en sus caprichos. En tales ocasiones el responsable no se juzga a sí mismo, sino que con sencillez respeta el juicio de otros responsables. Aceptado el gobierno, la conciencia alerta de san Buenaven­ tura le incita a buscar ayuda y distribuir el trabajo. Porque la car­ ga distribuida entre diversos hombres, observa el santo, puede ha­ cerse llevadera. Esto demuestra que san Buenaventura, ya desde la primera hora, es consciente de este primordial deber de todo buen Superior: la distribución respectiva del trabajo. Su sentido de responsabilidad se transparenta igualmente en su manera de exigir el cumplimiento del deber. Hoy gustamos que se haga en diálogo. Pero lo permanente en toda función de gobier­ no es que exija lo debido, cómo y cuando sea debido. Con con­ ciencia de mando san Buenaventura afirma que no intenta "ligar con nuevas ataduras” . Pero sabe conjugar, cuando es necesario, el duro verbo latino en primera persona de singular: “voto”. Finalmente, su sentido de responsabilidad queda, si cabe, más patente en el sucinto programa que propone para su futuro gobier­ no. Acotamos la incisiva expresión en que lo formula: “ad extir- panda mala, promovenda bona, refovenda debilia et fortia confor- tanda”. La actuación de su conciencia vigilante en la praxis ejecutiva de todo buen gobierno queda patente en los siguientes puntos. Primeramente, como buen hombre de gobierno, examina la situación de la Orden en aquel momento. Hoy admiramos a los doctos sociólogos que con técnicas depuradas describen minucio­ samente las diversas sociografías. Creemos, sin embargo, más efi­ caz para el gobierno tomar contacto vivo con las conciencias que con las fichas perforadas de una documentfcción exhaustiva. San Buenaventura toma el primer camino y anota en qué se ha mancha­ do la pureza de las conciencias. Nueve puntos señala. Tocan ellos

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