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252 SAN BUENAVENTURA DESDE DENTRO mentó de plenitud que nos revela la intimidad del gran doctor. Des­ velar esta conciencia vigilante es otro modo de acercarnos a san Buenaventura desde dentro. Intentémoslo. Que este intento, aun con éxito menguado, es altamente aleccionador. En aquella circunstancia histórica la nave de la Orden, como la que hace su travesía por alta mar, tenía ante sí un doble peligro: la indisciplina y abusos de los miembros de la misma y la agresión externa de quienes impugnaban el ideal franciscano como contra­ rio al Evangelio. San Buenaventura se torna conciencia en vela y muy alerta contra uno y otro peligro. Analicemos ambos con algún detenimiento. 1. Frente al peligro interno Para analizar el peligro interno y la conciencia vigilante de san Buenaventura frente al mismo, tenemos un testimonio de valor primario: su primera carta pastoral después de ser elegido Supe­ rior General de la Orden. Muy tranquilamente se hallaba en París entregado a su docencia universitaria cuando le llega la noticia de que el Capítulo general congregado en Roma, día de las Candelas, 2 de febrero de 1257, ha puesto en él los ojos y le ha elegido Ge­ neral. San Buenaventura se concentra, medita. Y después de dos meses largos de reflexión, el día 23 de abril, fiesta de San Jorge, escribe su primera carta, dirigida a los Provinciales y Custodios. Esta carta transparenta su espíritu en aquella hora 7*. Lo primero que resalta en esta carta es el plano en que se mueve el espíritu del nuevo Superior. No es el externo, superficial y llamativo. Penetra en lo hondo. Y su conciencia vigilante le hace ver que el problema de la Orden es un problema de conciencias heridas que hay que curar. Hoy una propaganda invidente se em­ peña en hacernos ver que el hombre es producto o resultado de estructuras dadas. Y que, por lo mismo, el problema primero y pri­ mario consiste en el cambio o reajuste de las mismas. San Buena­ ventura no pensaba así. Que sea necesario cambiar estructuras según las exigencas de la hora, su obra de gobierno lo prueba has­ 74. E s ta c a r t a es la Epístola I e n tre la s Epistolae officiales, re c o g i­ d a s e n e l t.V ID ¡ p. 468-469. D a d a la b re v e d a d de la m is m a , la s m ú ltip le s c ita s d e l te x to se p u e d e n h a lla r f á c ilm e n t e . D e ao.ui q u e la s s ile n c ia m o s p o r n o r e c a r g a r e l a p a r a to c r ít ic o d e l te x to .

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