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ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 2 45 S in tiéndose él ya al final del cam ino y ju zgando que otros lo han hecho igualm ente, concluye su libro en p rim era persona de plural con esta exhortación: “Mu ramos, pues, y en tremos en estas tinieb las, reduzcamos al silencio los cu idados, las concup iscencias y los fan tasm as de la imaginación : pasemos con C risto c rucificado de este mundo al Padre” 55. La última pa lab ra resume todo el Itinerarium. Dios Pad re será siempre la meta final del a lm a pereg rina. 2. El v ia je en soledad es dob lem en te penoso. Pero la soledad no se da en el v ia je hacia el Padre. C risto C ruc ificado nos acom p a ­ ña, term ina de decirnos san Buenaven tu ra. Reflexionemos b reve­ mente sobre este acom pañan te de la ruta mental del alm a. Se ha constatado re ite radam en te el influjo p reponde ran te del Corpus Dionysiacum en san Buenaven tu ra. El tem a es conocido , aunque está pid iendo estudios ulterio res. Pese a este influjo, la historia de las ideas teo lóg icas adv ie rte que san Buenaventura rompe el esquem a teocén trico del Corpus Dionysiacum para subra­ yar la acción de C risto en el retorno del a lm a al Padre. En el es­ quem a neop latón ico del Corpus Dionysiacum pa rece queda r a tras­ mano la obra de Cristo. En san Buenaven tu ra, por el contrario, Cristo es el mediador y el maestro. Estas dos funciones, dentro de la brevedad del opúsculo, son puestas en ex trao rd ina rio relieve ss. Para ponde ra r la función de maestro, san Buenaven tu ra razo ­ na desde la teo log ía de los diversos estados por los que ha pasado el hombre. En su p rim e r estado el hombre e ra muy capaz de llega r a la quietud de la con tem p lación . Pero se incurvó por la cu lpa que in feccionó de igno ranc ia y de concup iscencia la na tu ra leza humana. Por la p rim era lacra, el hombre, cegado y encorvado a lo sensible, yace en tin ieb las y no ve la luz si no le socorre la sab idu ría contra la igno rancia. Esto se consigue por medio de C risto que nos ense­ ñó la cienc ia de la verdad Sl. Esta doctrina recibe una am p liac ión g igan te en la visión teo ló ­ 55. Itiner., c .V II, 5; t.V , p. 313b. 56. O. G o n z á l e z , Misterio trinitario y existencia humana. Estudio histórico teológico en torno a san Buenaventura, M a d rid , 1665, p. 227, es­ c rib e : “Los dos quicios en to rn o a los que g ira el p e n s am ie n to b o n a v e n - fu ria n o : la T rin id a d y la H u m a n id a d de C risto, están en D io n is io , si no teó rica, sí p rá c tic am e n te ausentes” . 57. Itiner., c. I, 7; t.V , p. 298. 19

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