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236 SAN BUENAVENTURA DESDE DENTRO tes e in teresados. En las escuelas h ab ía un e je rc ic io llam ado “dis- putatio” , que motivaron los estudios más profundos de la época sobre tem as particu lares. Las Quaestiones disputatae de san Bue­ naventura son la m ejo r p rueba. Más ta rde degeneraron en v ac ía logomaquia. Pero en sus mejores momentos fueron d iálogos vivos en tre maestro, ayudan tes y alumnos. Hay tam b ién un género lite ra ­ rio que a traviesa toda la edad m ed ia con el nombre de “collatio- nes” . Una reflexión sobre la p a lab ra muestra que e lla im p lica una comunión d ia lóg ica en tre los pa rtic ipan tes en la “colación” . Por lo que a tañe a san Buenaven tu ra, es significativo que la síntesis más acab ad a de su pensam ien to nos la haya trasm itido en unas “collationes” , es decir, en unos coloquios que lam en tab lem en te no pudo conclu ir po r la llam ada al cardena la to . San Buenaven tu ra estima el coloquio. Lo que hoy llamamos diálogo. Al charlatan ism o de hoy le conviene saber que los g randes hombres, como las g ran ­ des ¡deas, son fruto de los g randes silencios. Es este gran silencio de los d ías largos de retiro o el m inúsculo de cada jo rnada lo que recom ienda el santo al ponde ra r las ven tajas del silencio. Al silencio , concen tración de ene rg ías y madu ración de pro­ yectos, debe seguir el traba jo fecundo . ‘‘En todo tiempo sé amante del trabajo de las vigilias”, recom ienda san Buenaven tu ra. En la serena paz de las vig ilias largas es cuando se han fo rjado los m á­ ximos monumentos del esp íritu humano. Más que cu a lqu ie r otra activ idad , la vida del espíritu necesita de las vigilias. El santo, pa­ ra vivir con el D ios del amor; el in telectual, para o ír al D ios de la verdad . Uno y otro, para esca la r las cimas em p inadas de la virtud y de la c iencia. La con trapa rtida del traba jo fecundo de las largas horas es siempre el ap rovecham ien to del tiempo. Todo hombre g rande ca rece de tiem po que m atar o que perder. Los d ías y las horas corren siem p re dem asiado ráp idas para hace r su obra. Es, por otra parte, este ap rovecham ien to del tiem po el mejor rem edio pa ra una de las máximas en fe rm edades de la vida qu ie ta y solitaria: “acedía” , la llamaron los antiguos. Hoy hablamos de desgana y abu rrim ien to , de ap a tía y tedio. San Buenaven tu ra qu ie re p reven ir contra tal en fe rm edad y con p a lab ra ex igen te acon ­ seja: “Con sumo cu idado a le ja de ti la fria ldad de la ac id ia o tris­ teza , pues en ellas se esconde un cam ino de confusión que lleva a la m ue rte ” 31. 31. E p ís to la , m e m .1 5 ; t .V I I I . p . 4 9 5 a .

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