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ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 2 3 5 de aba jo . En su m etodo log ía del in telectual A. Sertillanges reco­ m ienda el cu ida r el tiempo interior, ese que tanto se descuida aun por aquellos que ex te rio rm en te ap rovechan el tiempo. P reo cupac io ­ nes ajenas , tem as que ni nos van ni nos vienen, acap a ran con fre ­ cuenc ia la a tención , que es la máxima fue rza del a lm a en su ca­ mino ascensional. A este tiem po in te rio r se refiere san Buenaven­ tu ra al ped ir que no sea d ilap idado en los juegos turbu len tos de la fan tasía. Esta actitud de paz y seren idad debe ser com p le tada con un cu idado recog im ien to . O rtega piensa que la p a lab ra ensimisma­ miento es una de las más bellas y sign ificativas del lengua je caste­ llano para exp resa r un estado de conc ienc ia c a ra c te rís tic o M. San Buenaven tu ra pide este ensim ismam ien to , el esta r uno en sí mis­ mo. S iete veces exam ína te en el día, d ice en su carta. Este examen , que desc iende hasta los m inúsculos de ta lles de la vida, habitúa a esa torsión espiritual hac ia dentro de la que han de b ro tar las g randes acc iones hacia fuera. Tal actitud serena debe traduc irse al ex te rio r por una irrad ia ­ ción de paz. Esta sólo es conqu istada por quienes saben ocupa r su puesto de misión con hum ildad de servicio. Para defende rla puede ser necesario en ocasiones en fren tarse con quienes inten­ ten pertu rba rla . R ecom ienda el santo no en trom eterse en nada que sea extraño a! bien del alm a. Pero al m ismo tiempo no perm ite en modo alguno que otros se en trometan. Cop iam os la frase latina en la que pondera este propósito: “ Mirabile enim hic latet myste- rium absconditum inexpertís” 3°. A este m isterio escond ido de vida plena, vincu la el santo la p reocupación por el silencio exterior. Si el consejo que da a este propósito lo co te jam os con lo que exige hoy el am b ien te de d iá lo ­ go, hay que confesar que se da una larga d istancia. Pero es muy posib le un ace rcam ien to , si advertimos que todo d iálogo supone algo que decir. Y que sólo tiene que dec ir algo el que med ita y re­ flexiona. Es decir, los que han vivido en el silencio del recog im ien ­ to. Pensar que el hom bre de la edad m ed ia ha igno rado el d iálogo es uno de tan tos infundios in te lec tua les pa ra consumo de igno ran ­ 29. C fr. Ensimismamiento y alteración, en Obras completas, t.V , p. 295 ss. 30. Epístola, m em .9 ; t . V I I I , p. 494.

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