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2 34 SAN BUENAVENTURA DESDE DENTRO excepc ión . Este p rog ram a nos lo ha revelado el santo en una ca r­ ta confidencial a otro que llama hermano suyo. Y, sin duda, lo e ra esp iritualm en te. Este, en conversación am ica l, le pidió con in­ sistencia le enviara alguna carta de esp iritual exho rtación . A ccede a ello el santo y la carta-respuesta ha llegado hasta nosotros. En ella se hace la declaración de que los consejos dados al am igo- hermano , son los mismos que ten ía recog idos pa ra su uso perso ­ nal. Los califica de "rudia et Simplicia” . Pero ya sabemos a qué a tenernos sobre estos ep ítetos de in fravalo ración , p ropia de san ­ tos que ven la meta lejana en su asp iración incesan te hacia ella 28. Toda alm a g rande se ha trazado un p rog ram a de vida y ha fo rm u lado unos propósitos que en ocasiones se han escrito con sangre. San Buenaven tu ra no llega a tanto. Es el santo co rriente, el del tra jín diario de la vida, el que no exage ra en nada. Pero va som etiendo su afán d iario a la horma de un plan, ja lonado de pro­ pósitos. La carta que comen tamos nos d ice cuáles fueron éstos. N ada de deslumb ran tes, de extrao rd inarios. Los ap rop iados para la vida de los d ías y de las horas. Son éstos, sin embargo , el se­ c reto de su vivir, tan asom b radam en te fecundo. A estos propósitos los llama memoriales. En ellos se ponen de relieve, dice, las cosas que hay que evitar y las que hay que obrar, para que, m ed itándo las con cariño todos los d ías y pon ién ­ dolos en p rác tica con nuevo vigor, “ade lan tem os in fa tigab les en v irtudes y g ra c ia s ” . Es de notar cómo aqu í reca lca san Buenaven ­ tu ra la im po rtanc ia de tene r presen te el p rogram a de v ida, hasta hace rlo tem a de reflexión d ia ria , para vo lver al vigo r inicial del p rim e r d ía de la m archa em p rend ida. En esta m archa es de cap ital im po rtanc ia m an tener una a c ti­ tud adecuada . La m archa del niño no puede tene r el v igo r de la marcha del soldado. ¿Cuál debe ser la tón ica de la m archa del a l­ ma, cam ino de su meta esp iritual? El santo recom ienda ten e r la mente paca ta y tranqu ila , elim inando los fan tasm as tu rbu len tos y pe rtu rbado res. Hay una calm a pagana que can tó con frase inmortal el poeta latino Lucrecio . No es ésta la que recom ienda san Buena­ ven tu ra. Pero sí la serena vida in te rio r del que, puestos sus ojos en el cielo, dom ina los asaltos ensom b recedo res de las pasiones 28. C f. Epistola continens vigiliti quinqué memorabilia ; t . V I I I , p. 491-498.

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