PS_NyG_1974v021n001p0221_0267

2 3 0 SAN BUENAVENTURA DESDE DENTRO que le muestra el desarro llo de la orden franc iscana en pa ra le lis ­ mo y sem e janza con la vida de la Iglesia. Los h isto riado res dejan al lecto r pond e ra r ambos motivos. Pensamos que esta ponderación se puede hace r en voz alta. Gu iados por él m ismo, podemos poten ­ c ia r el significado y el va lo r de estos motivos, escue tam en te pro­ puestos por sus biógrafos. Al dec ir que el p rim er motivo es de origen afectivo pud iera sus­ citarse alguna prevención. T iene mala fam a la a fec tiv idad en tre los doctos cuando se discuten motivaciones. Para san Buenaventura no e ra así. En p rim e r lugar, porque veía en la po tencia a fec tiva a l­ go superio r al mero p roceso cognoscitivo. Sube más a rriba que és­ te, d ice en su le n g u a je 20. Por otra parte, la afec tiv idad que pondera no tiene que ver nada con el mero impulso ciego. Al contrario. Ex­ p resam en te afirm a que sigue al conocim ien to en la c la ridad del co ­ nocer y en la bondad m an ifestada de lo c o n o c id o 21. Esta dependen ­ cia de la afec tiv idad respecto del conocer no le impide ver en ella los cam inos de la e ficac ia p ráctica. Se an tic ipa a la psico log ía mo­ derna, en la que es sen tencia común que lo afectivo es lo efectivo. Con una com paración intuitiva lo hace ver, al decirnos que si el cuerpo se mueve con los pies, los pies del a lm a son los a fe c to s 22. Dos pasajes paralelos de la L e g e n d a S a n c ti F r a n c is c i y de la L e g e n d a M in o r nos desvelan la g ratitud de su alma. Com parados estos textos en tre sí, advertimos tres momentos en este sen tim ien ­ to. P rimero, recuerda "v iva m em o ria ” que de pequeño San F rancis­ co le devolvió la vida del cuerpo y del alm a. Segundo, no quiere en m anera alguna ser reo del crimen de ingratitud- Te rce ro , esto le incita a esc rib ir la vida de san F rancisco — así en el p rim er tex ­ to— y a con fesar an te todos el beneficio recibido — así en el se­ gundo texto— a . En ninguno de los dos casos hab ía el santo de su vocación. Pero es innegab le que los histo riadores han leído en tre líneas lo que él no ha dicho exp resam en te. Que éstos han hecho una h ipó ­ tesis ace rtad a lo queremos com p roba r con el análisis que de la g ratitud nos ha dado el santo. 20. In III Sent., d.31, a.3, q .l; t . I I I ; p 689a. 21. In III Sent., d.19; a .l, q.3. t . I I I , p. 642b. 22 SermoIII. De sanctissimo corpore Christi, n . 28; t.V , 562a 23. C f. Legenda Sancti Francisci, prologus, n.3; t . V I I I , p. 505 a ’ Le- genda Minor, le c tio o c ta v a ; t . V I I I . p. 579.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz