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2 20 LA IMAGEN DE SAN FRANCISCO TAL COMO. a lgunos aspectos la fisionom ía espiritual del santo ha quedado m ejo r de lineada , más p ro fundam en te cap tada . Pero es una figura e labo rada , en algún sentido instrum en talizada, al servicio de una fina lidad , la de suprim ir la contraposición en tre la in te rp re tac ión del ideal evangélico tal como lo enseñó y vivió el Poverello, siem ­ pre form a M ino rum , y la traducción de ese m ismo ideal a la rea li­ dad vivida po r una O rden p lenam en te evo lucionada, pero fiel sus­ tan c ia lm en te a la línea tra zad a por el fundado r. Buenaven tu ra, por otra parte — y es un fallo ve rdade ro en é l— no se ha p reocupado de buscar el esp íritu genuino del seráfico Pad re en la fuen te. U tiliza am p liam en te las dos b iog ra fías de C e la - no, y las com p leta con otras in fo rm aciones orales, pero desconoce to ta lm en te los escritos personales del santo. Ni una sola cita d irec ­ ta de las “A dm on ic iones” , ni de la Regla p rimera; aun la R egla bu­ lada la lee, gene ra lm en te , no como exp resión del p rog ram a evan ­ gé lico de jado po r el fundado r a la fra te rn idad , sino como el texto leg islativo que ha llegado hasta él ya tan ca rgado de p rob lem á tica y, por lo m ismo, válido en la forma y en la m ed ida que disponga la Sede apostólica. L A Z A R O IRIARTE DE A S P U R Z Roma

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