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LAZARO IRIARTE DE ASPURZ 217 vo intención ni de p resc rib ir ni de aconse ja r, ni de recom enda r el trab a jo m anu a l” . Fue una condescendenc ia con los hermanos que sab ían y querían traba ja r; lo que que ría era que éstos lo h icieran de tal m anera que no mataran el espíritu de o ración . Le in teresaba que orasen bien, y que no estuvieran ociosos. Llega a afirmar, con­ tra la ve rdad histórica, que san Francisco era opuesto a que se vi­ vie ra de la retribución del traba jo manual: “Observan tísimo de la Regla como era, no creo que jam ás hub iera ganado con el traba jo una docena de sueldos o el valo r equ iva len te ” . Buenaven tu ra, dan ­ do por bueno lo que ya estaba aco rdado en la O rden , no qu iere pa­ ra los hermanos no clérigos otras ocupaciones que las de “salir por la limosna, h ace r la cocina, servir a los enfermos, frega r los platos y rea liza r todos los e je rc ic ios de hum ildad , que son más dul­ ces para los hermanos que muchos oficios de d ign id ad ” I4°. Cuando cita las pa lab ras de san Francisco contra la o c io s i­ dad , insiste en los peligros ascéticos y pasa por alto, in tenc ionada ­ mente, la c la ra voluntad del fundado r, que se ha lla en Celano: “Qu iero que todos mis hermanos traba jen y se e je rc iten en algún oficio, y que los que no saben ninguno, lo ap rendan , a fin de ser menos gravosos a los hom b res” m. Este sentido social del traba jo , tan paten te en la Regla p rim era y en el Testam en to , no cuenta pa­ ra Buenaven tu ra. Om ite tam b ién lo que sigue en Celano: “Q u e ría que la gananc ia o remuneración del traba jo no quedase al arb itrio del trab a jado r, sino que fuese en tregado al guardián o a la fam ilia re lig iosa” “2. Por el contrario, Buenaven tu ra no p ie rde ocasión de recom en ­ da r el e s tu d io como ocupación esencial del hermano clérigo . Reco ­ noce que Francisco , sin habe r ap rend ido de nadie, a lcan zó un sen­ tido e levado de la Escritura y de los cam inos de Dios, pero “en eso es más para se r a lab ado y adm irado que im itado; sabe r sin ha­ ber ap rend ido estud iando, no es de todos, sino p rivileg io de po­ cos” 143. S ab ía del recelo del fundado r hacia la in troducción de los estudios en la frate rn idad ; pero no lo de ja en treve r en la L e g e n d a . A! contrario, mod ifica con hab ilidad los datos que halla en Celano, como la expresión de F rancisco sobre e! desaprop io que debe ha­ 140. Epist. de tribus quaestionibus, 9; Opera omnia, V i l i , 334. C f. Determin. Quaestionum X I , ib id . 345. 141. 2Cel, 161. 142. LM , V , 6. 143. Sermo V de s. Francisco ; Opera omnia, I X , 596.

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