PS_NyG_1974v021n001p0003_0130

63 TRASCENDENCIA E INMANENCIA DE DIOS EN S. BUENAVENTURA cana de ¡a natu ra leza , p lasm ada tan be llam en te en el Cántico de las creaturas. Todo io c reado pasa a ser sculptile, simulacrum, iiber scriptus forinsecus, effigies..., una constante invitación de reconocim ien to de la p resencia de Dios por parte del hombre. En segundo lugar, el hombre, en cuanto realidad espiritual ab ie rta constitucional y d inám icam en te hacia el Absoluto, supone una partic ipac ión im itativa y configu rativa con D ios más pe rfecta, rad icada en un modo p a rticu la r de p resenc ia divina en éi, superio r y diverso del que se da en las rea lidades s e n s ib le s 168. Dios se hace inm anen te en el espíritu humano de una m anera particular: no sólo como p rincipio rad ical c reado r de su ser — no se d ife renc ia ría del resto de las creatu ras sensibles— sino tam b ién y peculia rm en te , como objeto de conocimiento y arnorm. Aho ra bien, ¿cómo ha de in te rp re ta rse esta inm anenc ia cog- noscitivo-volitiva de D ios en el hombre? G en e ra lm en te , los au to res suelen inclina rse por un sign ificado de mera potencia o capacidad cognoscitivo - volitiva del espíritu humano en relación a D io s 170. Sin embargo , aun reconociendo ¡a leg itim idad de tal in te rp re ­ tación , se co rre el pelig ro de situar el pensam ien to bonaven tu riano 168. Cfr., entre las diversas referencias Indicadas en los puntos an ­ teriores, principalmente 1 Seni., d.3, p.2, a .l, qq.1.2 etdub. 4: I , 80a-84b et 94a-b; Ibid., d.31, p.2, a.l, qq.1.2: I, 539a-543b; II Sent., d.16 per to ­ tani: II, 393a-408b; Myst. Trinit ., q.3, a.l ad 7: V, 72a. 169. “ Anima ratìonalis est ad imaginem Dei. Sed sicut aicit Augus- tinus in libro de Trinitate, et in littera praesentis distinctionis: *Eo mens est imago Dei, quo capax Dei est et particeps esse potest’. Capere autem non est secundum substantiam vel essentiam, quia sic est in om ­ nibus creaturis: ergo per cognitionem et am orem ...” ( 7 Sent., d.3, p.l, a.un., q.l, f .l: I, 68b). La afirmación de que la imago se diferencia del vestigium por tener por objeto el mismo Dios es fundamental en el pen­ samiento bonaventuriano. que, en este punto, mantiene idéntica línea en todos sus escritos, desde su Comentario hasta las Conferencias sobre el Hexaémeron (cfr. I Sent., d.3, p.l, a.un., q.2 post ad 4: I , 73b: Ibid., q.3 ad 1: I, 75a; Ibid., 9.3, p.2, a .l, q.2 c : I, 83b; II Sent., d .l l, p .l, a.3, o .l ad 4: II, 346b; Ibid ., d.16, a.2, q.3 ad 3: II. 406b: III Sent., d.2, a .l, a.l ad 2: II. 38b; Scient. Chr., q.4 c : V, 24a; Brevi}., p.2, c.l2 :V , 230a-b; Itin., c.3, n.2: V, 304a; Hexaem., coll.10, n.7: V, 378a; Ibid., visio 2. coll.3, n.7: Ed. Delorme, p. 128; Christus mag., nn.16.17: V, 571b-572a; Vig. Nativ. Dom., sermo 11: IX, 99a). 170. Cfr. T. S zabó , op. cit., pp. 61-64, notas 143-154 en las que indi­ ca algunos autores exponiendo el pensamiento de losmismos y pp. 82- 83.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz