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128 T RASCE N D EN CA E IN M A N E N C IA DE D IOS E N S . BU ENAVEN TU RA S. Buenaventura se refiere a este hecho especialmente en tres contextos fundamentales: conocimiento humano natural de Dios, hombre imagen de Dios, conservación y acción de las creaturas. Pero dichas afirmaciones no son producto de efusiones más o menos místicas, como pudiera pensarse. En el análisis particular al que hemos sometido sus escritos hemos podido detectar una profunda lógica interna de pensamiento en relación a su concep­ ción de la trascendencia divina. La afirmación de la inmanencia de Dios en las creaturas es justificada desde una doble considera­ ción. Siguiendo la línea de I Sent., d. 37, es exigida en virtud de la sublimidad trascendente divina y la indigencia radical de la crea- tura, en las que vierte su pensamiento sobre la trascendencia de Dios. En el Itinerario de la mente a Dios dicha justificación arranca desde la concepción de su metafísica plenamente reductiva: Dios profundamente inmanente en las creaturas en razón de causa efi­ ciente, ejemplar y final, puntos claves de la metafísica bonaventu- riana. La inmanencia no sólo no resta a la trascendencia divina, sino que, en el pensamiento del Doctor Seráfico, se presenta como re­ quisito de ésta, siendo interpretada como presencia de la absoluta trascendencia de Dios. Inmanencia y trascendencia aparecen, por tanto, como dos as­ pectos imprescindibles de una noción humana de Dios rectamente conceptuado. Un Dios pensado como puramente trascendente no tiene sentido para el hombre. Mediante esta concepción armónica entre inmanencia y tras­ cendencia divinas, el Seo. Doctor ha superado las dos tentaciones más fuertes presentadas al espíritu humano en su búsqueda de ra- dícabilidad en el Absoluto. En el aspecto ontológico, el trascenden- talismo absoluto (alejamiento de Dios respecto de todo lo munda­ no, con descuido de su inmanencia) y el panteísmo (exaltación exagerada de ésta en perjuicio de la trascendencia). En el aspec­ to noético, el agnosticismo y el antropomorfismo. Por fin, en el as­ pecto antropológico hemos descubierto las pistas de armonía a 1 subrayar, conjuntamente, el carácter plenamente absoluto de Dios y el valor relativamente absoluto de la persona humana. Esta concepción impone al hombre una dialéctica de ¡nterpre-

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